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El Extranjero

El Papa deja intacto el celibato en la Iglesia católica

El papa Francisco descartó la posibilidad de que hombres casados se ordenen como sacerdotes en la Amazonia

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Después de varios meses de debates y controversias internas en la Iglesia católica, el papa Francisco rechazó la posibilidad de ordenar a hombres casados para acabar con la escasez de sacerdotes sobre todo en las zonas más remotas del planeta.

Las decisión es una de las más significativas de su pontificado, el papa Francisco rechazó permitir que algunos hombres casados puedan ser ordenados en la región amazónica.

Se esperaba una palabra final de Francisco sobre este asunto, en la exhortación sobre el Sínodo de la Amazonia, después de que los obispos de la región aprobaran en esa asamblea celebrada en octubre la propuesta de poder ordenar sacerdotes a hombres casados y reconocidos por su comunidad para permitir celebrar la eucaristía.

La decisión pasaba así a Francisco, que siempre se ha mostrado contrario a abolir el celibato y que en esta ocasión tampoco ha cambiado idea y ni si quiera lo ha mencionado en su documento “Querida Amazonia” publicado el 12 de febrero.

El Papa presentó su respuesta en una exhortación apostólica, tres meses después de que la propuesta fuera aprobada por 128 votos a 41 en un tenso sínodo de obispos celebrado en El Vaticano.

Los obispos de las regiones amazónicas que participaron en el Sínodo habían aprobado la propuesta de poder ordenar sacerdotes a hombres casados y reconocidos por su comunidad para poder celebrar la eucaristía en los puntos más inaccesibles, donde a veces pasan meses sin ver a un cura.

Sin embargo, Francisco aunque reconociendo que es necesario que la eucaristía llegue a estos lugares, se limitó a pedir que se rece para que crezcan las vocaciones y que se envíen más misioneros a estas zonas. Ni una palabra de esta propuesta.

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El Papa ya había adelantado el pasado martes a un grupo de obispos estadounidenses que quienes esperaran un giro histórico sobre el tema del celibato quedarían “decepcionados”.

Y es que en el documento final aprobado por una mayoría de dos tercios, la asamblea de los obispos proponía para que se pueda celebrar la eucaristía en las zonas más remotas de la Amazonia, “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable”.

Sin embargo, Francisco ni si quiera menciona esta posibilidad y se limita “a exhortar a todos los obispos, en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia”.

El Papa propone que existan más “diáconos permanentes y que junto con las religiosas y los mismos laicos asuman responsabilidades importantes para el crecimiento de las comunidades (amazónicas)”.

El tema de la ordenación de hombres casados para garantizar la Eucaristía en las zonas más remotas fue el más controvertido de ese Sínodo con algunos obispos latinoamericanos que lo veían como una necesidad, mientras que la parte más conservadora de la Iglesia lo rechazaba totalmente.

Hace un par de semanas se publicó un libro escrito entre el papa emérito Benedicto XVI y el prefecto del Culto Divino, el cardenal Robert Sarah, en el que se defendía el celibato y que se interpretó como una posible injerencia a la decisión que Francisco debía tomar en su exhortación. Pero la decisión ya parecía tomada.

En un artículo publicado  por el director editorial de la comunicación del Vaticano, Andrea Tornielli, se asegura que Francisco, “después de haber orado y meditado, ha decidido responder no previendo cambios o nuevas posibilidades de excepciones a las ya previstas por la disciplina eclesiástica vigente, sino pidiendo volver a empezar desde lo esencial”.

Aunque en su editorial explica que la ordenación de hombres casados “es una cuestión que ha sido discutida durante mucho tiempo y puede serlo aun en el futuro, porque “la perfecta y perpetua continencia” no es “ciertamente exigida por la naturaleza misma del sacerdocio”, como declaró el Concilio Ecuménico Vaticano II.

El fin del celibato en la Amazonia fue en efecto una de las propuestas más innovadoras hechas por los religiosos de la región, con 34 millones de habitantes y 400 tribus indígenas, debido a la escasez de curas y al avance imparable de los evangélicos. 

El rechazo del Papa a abordar al pedido de los obispos latinoamericanos de autorizar excepcionalmente la ordenación de hombres casados intachables para la región amazónica, es considerada como una victoria de los sectores más conservadores.

Ni las mujeres

En el Sínodo sobre la región amazónica también se pidió una mayor participación de las mujeres en la Iglesia, ya que llevan el mayor peso en estas zonas, y se exhortó a estudiar la creación de diaconisas, mujeres que pueden suministrar sacramentos, y cuya figura existió en la Iglesia primitiva y desapareció con el paso del tiempo.

Pero Francisco tampoco lo acepta en este documento y lo justifica afirmando que es reductivo pensar que “se otorgaría a las mujeres un estatus y una participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al orden sagrado”.

“Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a ‘clericalizar’ a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable”, explica el papa argentino.

Aunque, el Papa sí que exhorta a “estimular el surgimiento de otros servicios y carismas femeninos, que respondan a las necesidades específicas de los pueblos amazónicos en este momento histórico”, pero “que no requieran” la ordenación.

Una misa indígena

El Sínodo también pidió, en otro de los puntos más polémicos, el de estudiar un rito amazónico en las celebraciones para dar “una respuesta a la petición de las comunidades” y en el que se incluyesen sus tradiciones y símbolos.

Ante ello, Francisco sí aceptó “recoger en la liturgia muchos elementos propios de la experiencia de los indígenas en su íntimo contacto con la naturaleza y estimular expresiones autóctonas en cantos, danzas, ritos, gestos y símbolos”.

Recuerda que “ya en el Concilio Vaticano II se había pedido este esfuerzo de inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas, pero han pasado más de cincuenta años y hemos avanzado poco en esta línea”.

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