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AMLO muestra su nacionalismo al cancelar los puentes

Con la cancelación de los puentes, Andrés Manuel López Obrador se pone en el bando de los héroes y coloca a la 4T a la par de la Independencia, la Reforma y la Revolución

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Mucho se ha discutido la decisión del presidente López Obrador de cancelar los puentes y, en su lugar, celebrar las fiestas cívicas en la fecha exacta en la que ocurrieron los hechos que se conmemoran. 

Hay quienes han aplaudido la decisión, pues consideran que hace falta revitalizar la memoria histórica de los mexicanos para fomentar la cohesión social, el patriotismo y el civismo entre la población. 

Muchos otros la han criticado, sobre todo, debido a sus consecuencias económicas. El turismo se dispara en los puentes, lo que deja una derrama económica de cientos de millones de pesos. Muchas ciudades que dependen del turismo, como Acapulco, Puerto Vallarta o Valle de Bravo, se verían seriamente afectadas si los puentes dejan de existir.

Más allá de esta discusión, pienso que esta decisión nos dice mucho sobre cómo piensa y qué proyectos tiene López Obrador. Es decir, la cancelación de los puentes es representativa de su gobierno en muchos sentidos. 

A continuación, algunas reflexiones al respecto: 

En primer lugar, la decisión es representativa, pues es un botón de muestra de la importancia que el presidente le confiere a la historia nacional. Para él, la historia de México es lineal, maniquea y está plagada de grandes personajes. 

Desde su punto de vista, la historia mexicana se puede resumir de la siguiente manera. Los desposeídos (por ejemplo, los indígenas en la Independencia o los campesinos en la Revolución) siempre han tenido que luchar contra los usurpadores y los traidores (los españoles en la Independencia o los latifundistas en la Revolución). Ambos bandos siempre han estado amparados por grandes hombres: Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Zapata, Cárdenas y el propio AMLO, del lado de los héroes, y Cortés, Iturbide, Santa Anna, Maximiliano, Porfirio Díaz y el régimen neoliberal, en el bando contrario. 

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Todo se reduce a una lucha del bien contra el mal, la honestidad contra la corrupción, el patriotismo contra el servilismo y la honradez contra la opacidad. 

Por ello, en caso de que se concrete la decisión de cancelar los puentes, hay que estar atentos a qué fechas históricas eligen conmemorar y a qué narrativa dan a los hechos. Un adelanto: López Obrador se posicionará en el bando de los héroes y colocará a la (utilizando su propia expresión) “mal llamada” cuarta transformación a la par de la Independencia, la Reforma y la Revolución. 

En segundo lugar, y en relación con el primer punto, el festejar los hechos históricos en las fechas correspondientes es un claro ejemplo del corte nacionalista del gobierno de López Obrador. A similitud de lo que ocurría en tiempos del régimen priísta, a AMLO le interesa construir una identidad nacional homogénea y fomentar la cohesión social mediante esa identidad. 

En tiempos del PRI, esta identidad se cimentó en el culto a la Revolución. Parece que ahora se fundamentará en el culto a la historia patria en sí misma (obviamente, bajo la narrativa lopezobradorista descrita en párrafos anteriores), incluida la cuarta transformación, que, en la perspectiva del presidente, ya se ganó un lugar entre las grandes gestas históricas que debemos conmemorar. 

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En tercer lugar, esta decisión es representativa del carácter moralista de este gobierno. Muchas veces, en sus conferencias mañaneras, el presidente parece más un pastor evangélico que un estadista. En múltiples ocasiones, sus discursos se asemejan más a un sermón que un sacerdote leería en misa que a una intervención pública que haría un político convencional. 

De esta manera, mediante la exaltación de las grandes gestas de nuestra historia, AMLO busca reforzar los valores morales de los niños y los jóvenes. ¿Cuáles valores morales? Honestidad, respeto, amor, honradez, solidaridad, empatía, fraternidad…y súmenle todos los que ustedes quieran. 

En cuarto lugar, y en relación con el punto anterior, la decisión es muestra de cómo, en diversos asuntos, López Obrador pondera la moral sobre la economía. 

No importa perder los millones de pesos que dejan los turistas que viajan en los puentes, lo que importa es que los niños conozcan quiénes fueron Juárez, Zapata y compañía, para que puedan seguir su ejemplo. 

No importa perder la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, ni tampoco importa que la conectividad aérea de la ciudad de México esté en juego, lo importante es cancelar el fastuoso aeropuerto de Texcoco para que vean que mi gobierno no gasta en obras faraónicas. 

En ese sentido, la decisión también es representativa en cuanto a que ejemplifica cómo el gobierno de López Obrador no mide el impacto económico de sus acciones ni calcula las consecuencias de sus decisiones. Simplemente decide algo, lo ejecuta y se acabó. 

Finalmente, la cancelación de los puentes es una clara muestra de la maestría que AMLO tiene para distraer el foco de atención de la opinión pública hacia temas un tanto triviales.

Cuando su gobierno enfrenta complicaciones, anuncia alguna decisión rimbombante para que la discusión pública se centre en ella, en vez de enfocarse en los temas más importantes. 

Hay desabasto de medicinas. No se preocupen. Rifaremos el avión presidencial. 

2019 fue el año más violento en la historia reciente de México. Que no cunda el pánico. Éstos son los gobernadores flojos que no se levantan temprano para venir a las reuniones de las seis de la mañana en Palacio Nacional. 

Nadie entiende cómo funcionará el Insabi. Tranquilos, todo está bien. Cancelaremos los puentes.

Por: Jacques Coste Cacho

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