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El Extranjero

Luis de Lacalle Pou arrebata a la izquierda uruguaya la presidencia

La victoria de Lacalle pone fin a tres gobiernos del Frente Amplio, el partido que tiene en José Mujica a la figura mediática más destacada

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Después de una ajustada votación que tenía en vilo a Uruguay desde la pasada noche del domingo, Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, será el nuevo presidente de Uruguay.

Con el triunfo del líder del Partido Nacional, Sudamérica toma un tinte fuerte de tensión entre la izquierda y la derecha, sobre todo con Argentina que será gobernador por el peronista Alberto Fernández.

La Corte Nacional Electoral lo confirmó una vez que el sucesor en la Presidencia de Tabaré Vázquez, alcanzó el número de votos “observados” que hacía, matemáticamente, imposible una remontada de Daniel Martínez.

La estrecha diferencia de 28 mil 666 votos –poco más del 1 por ciento- por encima de su rival en la segunda vuelta, el socialista y candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez, y el hecho de que hubiera 35 mil 229 papeletas impugnadas, hicieron que la Corte Electoral no proclamara ningún vencedor a la espera del recuento definitivo. Hoy jueves ya ha hecho irreversible el triunfo de Lacalle, quien es un abogado de 46 años de edad.

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El hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle de Herrera (1990-95) tendrá entre sus manos las riendas de Uruguay entre 2020 y 2025. Tras 15 años de políticas de izquierdas (sin extremismos ni sacudidas sociales) este joven liberal promete dar un giro a la derecha y afrontar, a partir del 1 de marzo, con más rigor la creciente inseguridad del país, una preocupación desconocida para Uruguay que, pese a todo, se mantiene como el más seguro de Sudamérica.

A falta de una declaración oficial de las autoridades electorales, Martínez reconoció que la tendencia en el recuento de votos hace irreversible el triunfo de Lacalle.

La victoria de Lacalle pone fin a tres gobiernos del Frente Amplio, el partido que tiene en José Mujica a la figura mediática más destacada a nivel internacional.

En muchos sentidos, el mandatario de 46 años electo este domingo es lo opuesto al ex guerrillero –38 años mayor– que fue noticia por ser “el presidente más pobre del mundo”.

El desempleo (no llega al 10 por ciento) y mayor crecimiento son los desafíos inmediatos de una economía que busca blindarse frente a un posible contagio de la crisis argentina.

Con esa misión deberá escuchar las voces de la coalición arcoíris que selló después de la primera vuelta con el Partido Colorado (del expresidente Julio María Sanguinetti), Cabildo Abierto, movimiento a lo Bolsonaro dirigido por el general en retiro Guido Manini Ríos y el Partido Independiente.

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A través de un mensaje en Twitter, Martínez reconoció el triunfo de su oponente, al conocerse el recuento de los votos de la Corte Electoral. La victoria de Lacalle rompe con 15 años de Gobierno del Frente Amplio en este país.

Martínez informó que sostendrá mañana viernes un encuentro con el ganador presidencial y ratificó el compromiso de defender ‘la democracia con más fuerza que nunca’.

Las relaciones con Argentina pueden sufrir roces por razones de ideología y de sensibilidad aunque Lacalle Poú, para la política, tiene fama de ser pragmático (en lo personal es otro tema).

El “perokirchnerista” y también presidente electo, Alberto Fernández, llegó a desplazarse a Montevideo para dar su apoyo a Martínez en vísperas de la segunda vuelta. El gesto debería pasar al olvido pero no así la mirada y posicionamiento ideológico de Fernández sobre la región.

El matrimonio político del ex jefe de Gabinete de la viuda de Néstor Kirchner (Cristina Fernández) y el poderío de ésta como actual vicepresidenta electa, esta lejos de la mirada liberal de Lacalle Pou y de su vicepresidenta, Beatriz Argimón.

Fernández (Alberto) impulsa el Grupo de Puebla, una versión barnizada del socialismo del siglo XXI que tuvo entre sus primeras espadas a Hugo Chávez y al ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, dos personajes con los que la ex presidenta hablaba el mismo idioma.

La caída o salida del poder del Frente Amplio le resta un socio a “los Fernández” y al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Ambos rechazan el término dictadura para el régimen de Nicolás Maduro, pasan de puntillas ante los abusos y crímenes de Daniel Ortega en Nicaragua y recurren a eufemismos como «democracia en problemas» o similar para describir tiranías sólo comparables a las dictaduras de los años 70 en Sudamérica.

Lacalle Pou no duda en llamar por su nombre a esos regímenes y sus alianzas apuntan a Gobiernos afines como el de Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia), Lenín Moreno (Ecuador) y salvando todas las distancias, el de Jair Bolsonaro. Éste, de momento, se salva de las turbulencias y revueltas en la calle.

Los otros países, con la “brisa” bolivariana pasada por el ventilador de La Habana y de acuerdo a demasiados indicios advertidos en Chile, por los gélidos vientos de Moscú, forman parte del polvorín andino del que Lacalle Pou deberá cuidarse. El presidente electo conoce los intentos de desestabilizar a Gobiernos como promete ser el suyo y deberá conducirse con enorme habilidad y prudencia para evitar que Uruguay se “contagie”.

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