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La Opinión

Las nuevas políticas de AMLO (se tambalean) en la transformación (II)

Hay afirmaciones que se tambalean o de plano se caen si se contrastan con la realidad respecto a las políticas para la transformación

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Ayer, en este espacio, se expuso un análisis general del libro más reciente de Andrés Manuel López Obrador (AMLO): Hacia una economía moral (Editorial Planeta, 2019). Hoy me detendré en analizar algunas particularidades de la obra, sobre todo, el contenido del tercer capítulo, “Las nuevas políticas para la transformación”, en el cual se explican las prioridades del proyecto político lopezobradorista.

A lo largo de esta sección, hay muchas afirmaciones que se tambalean o, de plano, se caen, si se contrastan con la realidad y con las políticas.

Por ejemplo, en palabras del autor, el nuevo gobierno está acabando con la corrupción “sin perseguir a nadie, porque no apostamos a la simulación ni a las medidas espectaculares y escandalosas”, pues “la condena moral y política al régimen neoliberal […] es más severo y eficaz que someter a procesos judiciales o a juicios sumarios a sus personeros”.

O Rosario Robles, Eduardo Medina Mora, Emilio Lozoya Austin y compañía no son “personeros” del “régimen neoliberal”, o el presidente está omitiendo los procesos judiciales abiertos en su contra deliberadamente.

En el mismo tono, asegura que “la relación con los medios de comunicación siempre tendrá como distintivo la más completa libertad y el derecho a disentir”. Quizás, desde su punto de vista, que el jefe de Estado denueste constantemente a la “prensa fifí”, a los “medios conservadores” y a los “mal llamados líderes de opinión” no signifique un ataque a la libertad de expresión.

También declara que “avanzamos al apoyar a universidades y centros públicos de investigación con recursos, como no sucedía anteriormente”. En realidad, los centros públicos de investigación han sufrido recortes enormes a su presupuesto, lo que ha causado el despido de cientos de trabajadores administrativos y ha detenido la publicación de decenas de libros y revistas académicas.

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Asegura que ya no se usará el pretexto del desconocimiento presidencial para justificar fracasos gubernamentales: “Nada de que ‘el Presidente no sabía’ ni de que ‘lo engañaron’”.

Me pregunto si recuerda qué excusa puso su gabinete cuando ocurrió el famoso “culiacanazo” y la liberación de Ovidio Guzmán.

Ahora bien, más allá del combate a la corrupción (“de arriba para abajo, como se barren las escaleras”) y de la austeridad republicana (honestidad de los funcionarios, no mezclar negocios privados con asuntos públicos y acabar con los “gastos suntuosos”), AMLO enumera algunas prioridades en las que se finca sus políticas de gobierno:

1. Política de seguridad. De acuerdo con López Obrador, ya se produjo un “cambio en el paradigma de seguridad”, pues se pasó de una estrategia de combate frontal y militarizado al crimen organizado a una política fundada en la “regeneración ética”, la cual es sinónimo de “optar por los métodos pacíficos y la confianza previa en el buen comportamiento de la mayoría de las personas”, así como “crear mejores condiciones de vida y de trabajo para atender las causas que originan la violencia”. El pilar fundamental de la nueva estrategia es la familia, “el más eficaz sistema de seguridad social con que contamos”.

En el papel, suena bien que se reduzca el grado de militarización de la seguridad pública y que se complemente el combate al narcotráfico con programas sociales que eviten que los cárteles tengan un ejército de reserva a su disposición.

En la práctica, sin embargo, esto no está ocurriendo, ni parece que vaya a ocurrir pronto. La nueva Guardia Nacional tiene un mando militar y sigue una lógica operativa militar.

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En el libro, se lee: “Entre 2006 y 2018 […] se entregó el manejo de seguridad a autoridades facistoides [sic] o extremistas”. Esas mismas autoridades, que el presidente considera fascistas, son quienes están al mando de la Guardia Nacional, el cuerpo policiaco-militar por el que su gobierno está apostando para ejecutar su política de seguridad.

2. Política económica. En el libro, AMLO demuestra que tiene una visión totalmente anacrónica de la economía tanto nacional como global. Para empezar, afirma que una de las bases de su proyecto económico es un manifiesto magonista publicado en 1907.

Posteriormente, AMLO expresa que las dos palancas para el desarrollo son el campo y el petróleo, por lo cual se están otorgando apoyos de todo tipo a los agricultores y se está reestructurando Pemex para que vuelva a servir al interés nacional.

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Esta idea se fundamenta en la idea de que los gobiernos neoliberales abandonaron al campo, pero que es allí donde está la verdadera esencia y los valores reales de México, y en que la política entreguista del modelo neoliberal otorgó el petróleo a los extranjeros en detrimento del bienestar de los mexicanos.

Habrá quien coincida con este diagnóstico, pero es insensato pensar que se puede retroceder el tiempo a la época posrevolucionaria, en la que México era un país esencialmente agrario, o a los años del boom petrolero.

3. Política exterior. El libro muestra el total desinterés de AMLO por esta materia.

En las primeras páginas de esta sección, se establece que la estrategia diplomática del nuevo gobierno se fundamenta en “ofrecer cooperación, amistad y respeto para todas las naciones del mundo y, particularmente, para los países hermanos de América Latina y el Caribe”. ¿Así, o más ambigüedad?

Posteriormente, se dedican varias páginas a hablar sobre la política migratoria. Ésta consistirá en fomentar el desarrollo nacional para que la gente no se vea obligada a emigrar por razones económicas. Muy bien, ¿y la política exterior?

4. Política educativa. López Obrador dedica buena parte de esta sección a condenar a la “mal llamada reforma educativa”, que fue un pretexto para perseguir políticamente a los sindicatos de profesores, y a criticar a los exámenes de admisión para ingresar a la universidad, los cuales no tienen fundamento académico, pues su función radica en fomentar la privatización de la educación superior.

Posteriormente, asegura que con la Universidades Benito Juárez todo el pueblo tendrá acceso a la educación superior y, en consecuencia, a un trabajo digno. Según sus datos, estas universidades “iniciaron sus actividades en marzo de 2019 con 100 planteles en 31 entidades”.

Que llamen a Récord Guinness para notificarles que acaban de romper la marca de más universidades abiertas en el menor lapso de toda la historia de la humanidad.

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5. Política de salud pública. Según entendí, la política de salud pública y seguridad social del nuevo gobierno consistirá en buscar que haya cobertura universal en el país y en satisfacer las necesidades que cubría el Seguro Popular que ellos mismos desaparecieron.

Por supuesto que el sistema de salud tenía muchas falencias, pero en lugar de mejorar lo ya logrado hasta ahora, el proyecto consiste en desmantelar lo existente y fundar algo nuevo que tenga exactamente los mismos propósitos y las mismas funciones que lo anterior.

6. Política cultural y deportiva. Ésta consistirá en fomentar la cultura popular, en convertir Los Pinos en un museo, en “impulsar las prácticas deportivas en todas las modalidades” y…ya, eso es todo. Ah sí, y el presidente aprovechó para colgarse la medallita de que la delegación mexicana —que previo a la competencia se quejó de la falta de apoyo gubernamental y de los recortes presupuestarios— hizo un papel histórico en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Todas esas políticas plantea AMLO para transformar a México.

Por Jacques Coste Cacho

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