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Flamenco, rock y psicodelia: Quentin Gas regresa con su obra más ambiciosa
Quentin Gas es un personaje, es mi nombre artístico, yo me llamo Quintín Vargas.

Año 2024, después de Cristo. El mundo ha visto cómo el negocio de la música se vino abajo. La mayoría de los cantantes y compositores ahora son una especie de esclavos de un nuevo orden digital que les promete visibilidad global, pero que apenas les da unas migajas a cambio de su trabajo.
Para muchos, la música ya no es algo primordial, sino algo accesorio. Y en este nuevo orden, son pocas las propuestas que sorprenden y menos aún las verdaderamente vanguardistas, aunque las hay, a veces escondidas bajo el ruido de la corriente principal.
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El artista se hace llamar Quentin Gas y no es un novato. Hace ya varios años hizo que media escena española -y poco más allá- levantara la ceja con una canción llamada “Deserto rosso”, de su álbum debut Caravana (2017).
Desde entonces, el hombre, que despliega su arte de la mano de un colectivo al que denomina Los Zíngaros, elabora una inquietante fusión de flamenco, rock y psicodelia que en 2018 llegó un poco más lejos con la publicación de otro asalto titulado Sinfonía Universal Cap.02, en la que también caben posibilidades como el folclor andaluz y la música electrónica, mientras que la banda construía su propia reputación también sobre el escenario.
Este 2024, año convulso para el mundo, parece que ya todo importa más que la música. Pero en Sevilla, España, un artista levanta la mano para recordarnos que la música importa y mucho.
Luego llegó la debac conocida como Covid, que aunque le dio otro golpe a la música, sobre todo a la música en directo, paradójicamente le recordó al mundo lo importantes que son la música y las artes en general en tiempos difíciles.
Después no supimos mucho de este personaje, hasta que en algún momento de 2023 sorprendió a las redes sociales con un mensaje escueto, pero digno de llamar la atención: “Estoy haciendo el mejor disco de mi carrera”.
Más adelante el sevillano desvelaría la primera clave del enigma, llamada “Amén” -¿o “Amen”?-; una canción de menos de tres minutos acompañada de una entrada triunfal, como de boxeador que se sube al cuadrilátero y bailotea mientras le quitan la bata, listo para darlo todo.
Fue entonces cuando la escena española -y poco más allá- se dio cuenta de que el aviso de QG&LZ era más que un intento de llamar la atención. Parecía que el artista sí se traía algo gordo entre manos.
Tras otra larga espera, finalmente el 29 de noviembre vio la luz El mundo se quema -vaya título irrefutable-, la nueva placa discográfica del artista que, según los primeros veredictos, cumplió cabalmente con la promesa de ser el mejor disco de la carrera de Quentin Gas.
Así que nos apresuramos a buscar al autor de esta obra, para conocer de voz propia lo que hay detrás de esta grabación, que ahora mismo varias redacciones de medios especializados ya están empezando a colar entre lo mejor del 2024.
Para quienes aún no te ubican en este lado del mundo: ¿Quién es Quentin Gas y qué hace en la vida?
Quentin Gas es un personaje, es mi nombre artístico, yo me llamo Quintín Vargas. Pero lo que pasa es que de pequeño, cuando empecé con la música, busqué ese nombre porque estaba muy influenciado por la música anglosajona, yo vengo de estar en grupos punk. Así que dije: Me voy a cambiar el nombre por esto que suena como más americanizado, ya sabes, por esa cosa adolescente que tiene uno cuando sus héroes son Led Zeppelin, David Bowie o Bob Dylan. Y lo que hago son canciones, no me dedico a otra cosa más que a componer y tocar, la verdad.

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O sea que eres de los afortunados que sí viven de la música.
Mal vivo de la música. O sobrevivo. Digamos que tengo mis meses buenos y mis meses malos. Por ejemplo, cuando hice la gira del disco Caravana sí que estaba bien económicamente. Ya sabes, el mundo del arte es muy traicionero y desconcertante, pero no lo cambio por nada, incluso en los meses bajos. Estoy orgulloso de haber elegido esto.
¿Y quiénes son Los Zíngaros?
Es toda esa gente que está conmigo, ya sea en la banda o ayudándome por detrás, en todas las etapas, y eso incluye no sólo a los músicos, sino también a mi familia, con la que yo tengo una relación muy cercana a nivel musical… Los Zíngaros son todo aquel que me quiera acompañar en este viaje.
El mundo se quema parece un disco muy apasionado, muy intenso. ¿Cuál fue el motor detrás de su creación?
Siempre me impulsan las ganas de contar algo, de contarlo de a mi manera. Te decía que mal vivo de la música, y eso muchas veces me hace dudar si hice bien al elegir esta carrera, pero al final hay algo por dentro que no se puede explicar. Es como una voz que me dice: Venga, ¡embárcate en otro disco! ¡Venga, embárcate en un disco complicado como éste, pero lo que pasa es que no tengo otra manera de hacerlo.
¿A qué te refieres con que fue un disco complicado?
A la cantidad de productores que hay y a la cantidad de sitios a los que tuve que ir para grabarlo, porque está Enzo Leep, que es mi hermano y llevo muchos años haciendo música con él, pero él está en Barcelona; también tuve que viajar a Cádiz, al estudio de Miguel Otero y para el tema con Future Ark, a otra parte de Sevilla. Otro tema se hizo en Jeréz, entonces bueno, me estuve moviendo continuamente y hablando con muchos productores, viendo su visión de la música y poniéndome de acuerdo con todos. Fue una locura, pero también un proceso muy bonito. Lo que sí te puedo decir es que tuve episodios de ansiedad, no graves, pero que sí me hicieron parar y decir: ¡Espera! Porque yo lo llevo todo, nadie me ayuda.
Además de los mencionados, el disco cuenta con la colaboración de otros artistas reputados de la escena española, como Perrate, Cristian de Moret, Noni Meyers, Anni B. Sweet, Manu Flores y María Reina.
Al escuchar este disco se nota tu afán por romper paradigmas, romper fronteras musicales.
Sí, desde que inicié este proyecto, allá por el 2015, una de mis de mis ideas principales era que si lo hacía era para romper con lo establecido en el flamenco, esa es esa es mi bandera. Creo que siempre puede dársele una vuelta más a esa fusión y que siempre se pueden romper esas leyes del género.
Una de las canciones más interesantes es “Fatigas”, cuyo solo de guitarra parece completamente pinkfloydiano, como de The Wall.
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Y has acertado. Has dado totalmente en el clavo porque es así. Y también lo produje pensando mucho en Triana. Yo creo que esa es la canción en la que más hago un homenaje al rock andaluz, y no sólo de este disco, sino de toda mi carrera. Cuando empecé yo no quería que la gente me encasillara en la etiqueta de rock andaluz, aunque eso es lo que es, pero mi idea era desmarcarme de todo lo anterior, pero bueno, uno va creciendo y va dando cuenta de muchas cosas. Por ejemplo, a veces uno quiere esconder un poco sus influencias, pero en esta canción dije: Esto es Pink Floyd y lo voy a decir bien alto.
Mencionas que comenzaste en bandas punk y que ya mucho después abrazaste lo flamenco, y creo que eso es algo que le sucede a muchos músicos, que hasta la madurez aprenden a abrazar las raíces.
Sí, suele pasar, porque cuando tú vives inmerso en una cultura y eres un rebelde como yo, pues te alejas de ahí y te vas por ejemplo al rock americano… Fíjate que no lo había pensado, pero es verdad.
Volviendo al disco, te lanzas a hacer un flamenco en inglés con “Sentencia” y creo que eso sí nadie lo vio venir.
Es que no se había hecho antes, o a lo mejor alguien lo hizo por ahí en los sesentas o en los setentas, porque como dicen, pues ya se inventó todo. Por ejemplo, había un grupo estadounidense que se llama Carmen, que hacían un rock psicodélico pero aflamencado que cuando yo empecé con Los Zíngaros alguien me lo mostró y dije: ¡Madre mía! Así que no me extrañaría que por ahí alguien ya hubiera grabado alguna bulería en inglés anteriormente.
La fusión del rock con el flamenco tiene una larga historia y hay muchos ejemplos destacables, ¿pero cuál sería el que a ti te ha llamado más la atención?
Es curioso, porque la gente cree que los primeros fueron Triana, pero no. Hubo un grupo de Sevilla, que el cantante era americano, y ellos hicieron las primeras incursiones o experimentos del rock con el flamenco. Pero históricamente se dice que el primero que hizo algo así fue Sabicas, que yo creo que fue de lo primero que me llamó la atención. Luego estuvieron Los Planetas, que tienen un disco llamado La leyenda del espacio que es increíble, porque mezclan el noise rock con el indie y el flamenco; para esa es una de las mayores obras, aunque también me han inspirado mucho Pony Bravo, que me parece que hicieron una de las propuestas más interesantes de fusión de la cultura andaluza con el rock, el pop y la electrónica.
Hace mucho, cuando empezaste a decir en las redes que estabas haciendo el mejor disco de tu carrera me llamó la atención, porque parecía una promesa muy arriesgada, sobre todo por las expectativas que podrías generar.
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Eso empezó como una broma, pero a medida que iba componiendo y grabando el disco me daba cuenta de que eso era cierto y mira que soy muy crítico con mi música y muy perfeccionista, pero sí creo que este disco es más completo y más maduro sobre todo en lo que hicimos con la fusión; hay muchos colores, muchos matices y muchos registros de voz… Yo sé que me estaba arriesgando al decirlo, pero bueno.
¿Presentarás este disco en vivo?
Sí, estoy muy contento, porque tengo una banda en la que cada uno es un crack en su instrumento, así que va a ser un directo muy potente. Sí de por sí los Zíngaros de antes éramos muy buenos, yo creo que ahora he dado un paso más y que merecerá la pena verlo en directo.
¿Hablando de conciertos, cuál sería una de tus mejores experiencias sobre el escenario?
He tocado en muchos sitios, pero tocar en el festival Rock Al Parque (Colombia) fue increíble, porque en Latinoamérica son únicos. Y también uno que hice Marruecos, porque fue dentro de una medina y fue increíble estar rodeado de esas columnas legendarias, con tanta historia detrás.
Antes de finalizar, el músico añade que ya ha intentado presentarse en México, aunque por varios motivos no se pudo concretar. Sin embargo, asegura que tiene mucha ilusión de que esto se lleve a cabo en un futuro.
Alejandro Castro|El Sol de México

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