Negocios
Alejandro Soberón pasó de vender casas de interes social al rey del entretenimiento con Ocesa
En 1991 Ocesa organizó su primer gran concierto internacional, llenando tres veces el Palacio de los Deportes con la banda INXS.
Cuando Alejandro Soberón expresó a su padre su deseo de estudiar en la Universidad Iberoamericana (IBERO), solo recibió un cheque de 200 pesos para costear su formación. Este gesto, que pudo haber detenido sus sueños, se convirtió en el impulso que necesitaba para lograr su independencia financiera y fundar Ocesa, la empresa promotora de espectáculos más grande de México y una de las más importantes a nivel mundial.
Soberón regresó a la IBERO como orador en el evento “Encuentro Agentes de Cambio: Administración y Mercadotecnia 2024”, organizado por el Departamento de Estudios Empresariales, cuyo propósito fue vincular a los estudiantes con el sector empresarial, promoviendo el intercambio de ideas y fomentando la innovación y creatividad en torno a las tendencias actuales.
En su intervención, Soberón compartió cómo, a los 17 años, vivió un “pequeño quiebre” con su padre, un académico de la UNAM, quien insistía en que estudiara Administración de Empresas en esa universidad. Ante la negativa de Alejandro, su padre le entregó un cheque equivalente al costo de la carrera en la universidad pública, deseándole éxito en la IBERO.
Lo que al principio parecía el fin de su plan educativo se convirtió en el motor para preguntarse si podría pagar la carrera por su cuenta. Así, empezó a vender casas de interés social en el Estado de México, lo que le permitió costear sus estudios y obtener independencia financiera. “Sentí una libertad tan increíble”, afirmó.
A lo largo de su discurso, Soberón compartió las enseñanzas que recibió de su padre, destacando que los cambios pueden suceder por crisis o por planificación. En su caso, las crisis han sido una constante fuente de inspiración.
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Mientras estudiaba en la IBERO, el campus de Cerro de las Torres quedó destruido por un terremoto en 1979. Esta experiencia le dejó una lección clave: no temer a las crisis, sino verlas como una oportunidad para reinventarse. “Este campus (el de Santa Fe) probablemente no existiría si no se hubiera caído la IBERO”, reflexionó.
A los 18 años, Alejandro recibió una oferta para producir películas, aunque lo que realmente le atraía era la exhibición y distribución de cine. En una ocasión, mientras estrenaba una película que prometía ser su mayor éxito, se enteró de que Juan Gabriel daría una serie de conciertos al mismo tiempo.
Aunque no creyó que esto afectaría la taquilla de su película, se encontró con que El Divo de Juárez llenó tres Plazas de Toros, dejando su cinta con solo el 50 por ciento de la taquilla proyectada. Este episodio lo llevó a cuestionarse qué podía movilizar a tanta gente y tocar fibras tan profundas, y así nació su interés por los espectáculos en vivo.
En la década de los 80, no había grandes conciertos internacionales en México debido a restricciones gubernamentales y al estigma que rodeaba al rock, considerado peligroso por algunos sectores.
A pesar de esto, en 1991, Ocesa organizó su primer gran concierto internacional, llenando tres veces el Palacio de los Deportes con la banda INXS. Este evento marcó el comienzo de una nueva era para los espectáculos en México, superando obstáculos de funcionarios gubernamentales y mostrando la pasión del público mexicano por los conciertos.
Soberón también habló sobre las crisis que Ocesa ha enfrentado y superado a lo largo de los años. En 1993, la empresa construyó el Foro Sol en solo 60 días para albergar a Paul McCartney y Madonna. En 1995, en plena crisis financiera, Ocesa trajo por primera vez a los Rolling Stones a México, desafiando las proyecciones negativas.
Durante la pandemia de Covid-19, Ocesa transformó el Centro Banamex en un hospital con 900 camas en solo 17 días, un esfuerzo que salvó 10 mil vidas y condujo a la creación de CREAMEDIC, una nueva división de la empresa dedicada a la construcción rápida de hospitales.
Actualmente, Ocesa organiza unos 10 espectáculos diarios, opera 16 recintos y vende alrededor de 14 millones de boletos al año. Soberón destacó que los artistas internacionales, como Coldplay y Taylor Swift, elogian tanto el talento técnico de los mexicanos como la pasión de sus fanáticos. “Solo quien arriesga, se equivoca”, concluyó, subrayando que lo importante es aprender de los errores y seguir adelante.
Jorge Luis Cortés | IBERO
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