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Aldo Gutiérrez: Un sueño truncado y una lucha familiar tras la tragedia de Ayotzinapa

Desde esa noche en Iguala hasta hoy hemos pasado por muchas situaciones complicadas.

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Desde esa noche en Iguala hasta hoy hemos pasado por muchas situaciones complicadas.

La noche del 26 de septiembre de 2014 a Aldo Gutiérrez Solano una bala le perforó la cabeza. El muchacho, entonces de 19 años, era alumno de nuevo ingreso de la licenciatura en educación primaria de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.

10 años de los hechos en Iguala —cuando 43 de sus compañeros fueron desaparecidos—, el joven que quería ser maestro rural está postrado en una cama, en estado vegetativo, con 65 por ciento del cerebro dañado y con un estado mínimo de conciencia.

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Desde esa noche en Iguala hasta hoy hemos pasado por muchas situaciones complicadas, como las enfermedades que enfrenta mi hermano, pero como familia nosotros nunca nos hemos dejado vencer. Siempre hemos buscado que él pueda seguir adelante y seguir luchando por su vida. Creo que el cariño que le hemos dado como familia cuenta mucho y le ha ayudado a que se fortalezca y gracias a Dios mi hermano sigue con vida”, dijo Leonel Gutiérrez Solano, uno de sus 13 hermanos y responsable de darle seguimiento jurídico al caso.

Aldo es uno de los 40 heridos en los ataques a los normalistas, pero ahora, a sus 29 años, únicamente abre sus ojos, mantiene ciclos de sueño y vigilia, bosteza, suspira, pero no tiene interacción con sus familiares ni su entorno, cuenta Leonel.

De su salud se encargan día y noche seis enfermeras y dos médicos: un anestesiólogo y un internista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Ayutla, quienes lo mantienen en vigilancia continua.

También ocho de sus 13 hermanos se turnan un día a la semana, de 9:00 a 21:00 horas, para cuidarlo. Cada dos horas lo mueven de la cama y le dan sus alimentos: un licuado de pollo cocido, manzana, espinaca, chayote, galleta, pan tostado, miel y aceite. Todo eso lo mezclan y lo separan en cinco tomas que le dan diario por medio de una sonda.

Leonel recibió a El Sol de México en la casa que el Gobierno federal le construyó a Aldo en 2018 en Ayutla de los Libres, a 25 minutos de Tutepec, el pueblo de donde son originarios y donde vivió el normalista hasta el día del ataque. La nueva casa cuenta con un jardín, sala, cocina, baños y una habitación, donde reposa Aldo.

Por cualquier emergencia, cerca del cuarto permanece estacionada una ambulancia que Leonel maneja por si se requiere trasladarlo al hospital de Ayutla.

Aldo Gutiérrez fue agredido a las 21:40 horas del 26 de septiembre de 2014, cuando se encontraba en la calle Juan N. Álvarez y Periférico Norte de Iguala, según la Plataforma Ayotzinapa, una cartografía interactiva donde expertos de la agencia Forensic Architecture en colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) mapearon y examinaron las diferentes narrativas de los hechos.

La reconstrucción explica que recibió el disparo cuando intentaba mover la patrulla 02 de la Policía Municipal de Iguala que bloqueó el acceso a un convoy de tres autobuses: el Costa Line 2012, el Costa Line 2510 y el Costa Line 1568 que los normalistas tomaron en la terminal de camiones y los conducían hacia el norte, rumbo al centro de Iguala.

Aldo era muy alegre y le gustaba la música costeña, sus grupos favoritos eran Los del Sabor, que tocan sones costeños, y Sabroso y caliente, que en los bailes ponen a bailar a todos al ritmo de cumbia y tropical, cuenta Leonel.

Lamentó que Aldo se encuentre en cama y contó que en esta década lo más complejo que han enfrentado fue en el 2020, cuando se enfermó de Covid-19 y después sufrió tres episodios de neumonía, diagnósticos que, según los médicos, le pueden costar la vida a su hermano.

Nos dicen, ‘si la libra de aquí a mañana, ya la hicimos’. Son claros en los diagnósticos que nos dan”, sostiene.

Desde el momento del ataque, los papás de Aldo, Leonel Gutiérrez Cortés y Gloria Solano Vázquez, viven angustiados por la salud de su hijo.

Gloria aseguró que la última vez que escuchó la voz de su hijo fue minutos antes del ataque, cuando hablaron por teléfono y él le dijo que estaba bien y que ya iba rumbo a la Escuela Normal de Ayotzinapa.

“En esa noche él (Aldo) me habló. Me habló que estaba bien, que ya iba para la escuela y bueno, yo no creía. En la noche estábamos nosotros que no podíamos dormir. No podíamos dormir nada, nada y bueno… ¿Qué pasa, pues? Y al otro día, luego nos llegó la noticia: primero nos dijeron que estaba muerto. Después, mi hijo (Leonel) con su papá se fueron y habló para acá que no estaba muerto, pero yo ya no me podía detener. Ya no podía detenerme, pues. Yo quiero ir a verlo, dije. Yo lo quiero ir a ver y voy. No había comido y diabética. No había comido, bien desguanzada andaba. No podía estar. Sí, yo también, pues, me puse mal”, platicó.

Los 13 hermanos de Aldo se enteraron por redes sociales de la agresión contra el joven y todos lo daban por muerto, pero fue hasta las 11:00 horas del 27 de septiembre de 2014 cuando dieron con su paradero.

Supieron que, después de la agresión, los compañeros de Aldo lo llevaron al Hospital General de Iguala, donde consideran que no le brindaron la atención médica adecuada y lo dejaron toda la noche tirado en el suelo sin que un doctor lo revisara.

El primero en llegar al hospital fue el papá de Aldo, Leonel Gutiérrez Cortés. Lo vio tirado en el suelo y comenzó a reclamar a los médicos y a las enfermeras la falta de atención a su hijo, quien estaba sangrando, golpeado, con moretones y con una bolsa con hielo en la cara.

“No había atención, no lo atendían. No lo atendían porque no había quien respondiera por él y yo le dije al doctor: voy a creer, ¿qué no pueden atender a la persona si su familiar no llega? Llega como quiera, ellos tienen que llegar. Avisándoles tienen que llegar, ¿por qué dejan morir a la gente así?“, reprocha.

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La familia de Aldo cuenta que la gravedad de su condición se debió a que no recibió pronta atención médica y tardaron mucho en drenarle la sangre coagulada que se le quedó en el cerebro.

Cuando lo vi estaba todo sucio, ni siquiera lo habían limpiado, nada“, reclamó el padre, quien es campesino y se dedica al cultivo de maíz.

Agregó que su hijo estaba muy golpeado y un ojo lo tenía muy lastimado.

“Eso le dije yo al director del hospital. Digo, oiga director: ¿ustedes no atienden a la persona si no está el familiar presente? ‘No, no podemos atenderlos’, me respondió ¿Por qué —digo— no pueden atenderlos? No son gente extranjera. Ellos son gente de aquí mismo, aquí del estado ¿Y por qué no lo atienden? Digo, atiéndanlo, de todas maneras, el dinero, por lo que se gaste. Digo, el dinero se reúne y entonces ahí en tantito empezaron luego a ponerle suero”, comentó.

Leonel hijo fue a Tutepec por su mamá y le dijo que fuera al hospital a hablar con Aldo, pensando que al escucharla el joven podría descansar en paz.

“Esa noche la pasamos muy mal. Nos dieron el diagnóstico de un 80 por ciento que iba a morir. El 20 por ciento que iba a aguantar”, relató el hermano.

Aldo pasó en el Hospital General de Iguala únicamente 15 días porque no le brindaban la atención médica adecuada y porque la familia identificó que en ese lugar estaba muy inseguro.

Había una doctora que lo quería matarLeonel Gutiérrez Cortés

Si se los dejamos así solo, como estaban en Iguala, ya lo hubieran matado. Había una doctora que lo quería matar. Sí, quería rematarlo, en el hospital donde estaba. No pudo porque había familiar ahí. Porque estaba un familiar viendo, pero sacó al familiar para poder hacer ella eso“, contó el papá.

También, el 29 de septiembre a las 23:00 horas, personas vestidas de ministeriales llegaron al hospital pidiendo interrogar a los sobrevivientes que se encontraban ahí, pero la familia se opuso a que pasaran a ver a Aldo.

El entonces director del hospital les dijo que ya podían llevar a su casa al joven. “Así nos dijo: ya se lo puede llevar, de todos modos se va a morir y nosotros nos pusimos un poquito más atentos”, recordó su hermano Leonel.

Los familiares se unieron y pidieron vigilancia de la Policía Estatal y después llegó un grupo de elementos de la Marina.

Por exigencia de la familia y por seguridad del paciente, en octubre del 2014 lo trasladaron al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, en la Ciudad de México, donde estuvo internado dos años.

Durante todo este tiempo, los papás y algunos de sus hermanos se turnaban para viajar desde Ayutla de los Libres, Guerrero, a la capital del país para cuidar al joven que permaneció internado en un cuarto privado con estrictos cuidados médicos y vigilancia policial.

En 2016, la familia de Aldo exigió que neurólogos de Cuba y Costa Rica lo revisaran. Determinaron que el joven necesitaba rehabilitación para seguir avanzando en su tratamiento, por eso, pidieron que fuera trasladado al Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), donde permaneció otros dos años.

Los expertos consideraron que Aldo podía ser trasladado a una casa en Ayutla, con las condiciones de higiene y accesos adecuados que permitieran a la familia brindarle los alimentos y cuidados necesarios.

Gloria dice que estos 10 años han sido una tormenta.

Ya empezaba con la diabetes cuando él (Aldo) cayó en coma. De ahí me fui sintiendo mal, mal, mal, mal y pues le estoy echando ganas ahorita por mis hijos, ellos que están cuidando a Aldo. A veces se me mete que yo quiero venir a ver a mis hijos y me vengo a verlos. Porque en la noche pienso mucho de él (Aldo) y de ellos que lo están cuidando. Vengo a ver a mis hijos. A él (Aldo) lo estoy abrazando, le estoy haciendo cariños, pero no es igual, no es igual”, relató.

Para Leonel, su padre, lo más complicado fue acoplarse a vivir en la Ciudad de México y dejar por años de cultivar su tierra.

Al principio íbamos a las marchas, pero ahorita, últimamente, ya casi no. Para los padres ya no es igual. Ya andan un poco divididos y pues ya no nos avisan. Ellos nos dicen a nosotros ‘ustedes tienen a su paciente y nosotros andamos buscando a nuestros hijos. Si usted ya lo tiene, pues cuídenlo'”, contó.

El hermano Leonel aseguró que el amor que le tienen a Aldo es lo único que los ha mantenido unidos como familia, pues el desgaste que han enfrentado es difícil de sobrellevar.

“Nosotros, por el amor a él, pues tenemos que estar al pendiente. Ahora sí que nosotros vamos a estar hasta que Dios nos lo deje. No hasta donde aguantemos. Sabemos que no todos somos eternos en este mundo. Como se puede ir primero uno de los hermanos que está bien, como él o como otras personas. Entonces, nosotros vamos a seguir estando en la lucha hasta que Dios nos preste vida“, comentó.

Mientras Aldo duerme en su cuarto, Gloria, Leonel padre y Leonel hijo reposan en la sala. Los tres toman chilate para refrescarse del calor que se siente en Ayutla de los Libres en una tarde lluviosa.

Hicieron una pausa para recordar aquellos momentos que los dejaron marcados y que por más años que transcurran del caso Ayotzinapa siempre mantendrán vivos en su historia familiar.

Arcelia Maya | Enviada | El Sol de México

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