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La Opinión

Los Juegos del ALBA cobijan a Rusia  

Los deportistas rusos no se les permite competir a nombre de su nación, pero en los Juegos del ALBA son bienvenidos con nombre e himno de su país

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Desde el 21 y hasta el 29 de abril, Venezuela es sede de los cuartos Juegos del ALBA, una competencia deportiva, que tiene como telón de fondo la grilla política entre los principales aliados de la vieja izquierda latinoamericana –que se niega a dejar o competir por el poder–, algunas otras naciones invitadas y el país que roba el reflector en este momento Rusia. 

Cientos de personas de 11 naciones participan en 33 eventos, entre ellos boxeo, gimnasia, fisicoculturismo, natación, ajedrez y dominó. Sin embargo, ninguno de sus triunfos los acercará a los Juegos Olímpicos de 2024 debido a que se trata exclusivamente de competencias de exhibición, pero es un muy buen pretexto para mandar un mensaje político de unidad, principalmente a Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. 

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Provienen de Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua y Rusia. Los últimos cuatro son aliados y tienen gobiernos autoritarios con mandatarios que han perfeccionado su modelo para mantenerse en el poder. ¡Con ellos todo, sin ellos nada! 

A todas luces esto es un juego geopolítico, que manda un mensaje de unidad y apoyo para Rusia y su presidente Vladimir Putin, que enfrenta una guerra contra Occidente por sus aspiraciones expansionistas que buscan hacerse de Ucrania, con el propósito de dar el primer paso para resucitar la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y con el afán de demostrar que Moscú sigue siendo una potencia armada. 

Una potencia armada, que no ha podido con las tropas ucranias, es verdad que Kiev no está sola, pero Rusia debería de estar mostrando el músculo, la habilidad, la estrategia, la hegemonía, pero la verdad es que muchos de los logros rusos en suelo ucranino son del Grupo Wagner, integrado por mercenarios encargados de hacer el trabajo sucio para Putin. 

El evento no se realizaba desde 2011. Incluso con la reaparición de los juegos, el anfitrión de este año (Venezuela) sigue atravesando una compleja crisis económica, social y política que ha llevado a unas siete millones de personas a emigrar y obligado a aquellos que siguen en el país, incluidos maestros y trabajadores de servicios públicos, a sobrevivir con un salario mínimo de 5 dólares mensuales. 

Es la tercera vez que Venezuela ha sido anfitrión y la primera durante el gobierno del presidente Nicolás Maduro, quien busca recuperar el reconocimiento internacional que perdió cuando decenas de países denunciaron que su reelección de 2018 fue fraudulenta, que también dio paso al surgimiento en 2019 de Juan Guaidó, auto proclamándose presidente, reconocido por más de 50 países, entre ellos, Estados Unidos. 

Simon Chadwick, profesor de economía del deporte y geopolítica en la Escuela de Negocios Skema, en Francia, le dijo a la agencia estadounidense AP que los deportes se han convertido rápidamente en “un instrumento de política o estrategia” que los gobiernos utilizan “como una respuesta a los desafíos geográficos, políticos y económicos” que enfrentan. 

La aseveración es muy oportuna, porque a diferencia de los torneos internacionales oficiales desde que Rusia invadió Ucrania, a los deportistas rusos no se les permite competir a nombre de su nación, pero en los Juegos del ALBA son bienvenidos con nombre e himno de su país. Ellos verán acción en los Juegos del ALBA en deportes como el boxeo, voleibol de playa, halterofilia, gimnasia, tenis de mesa y karate. 

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Más de 30 personas desfilaron detrás de la bandera rusa durante la ceremonia de inauguración el pasado viernes en un estadio de béisbol con vista al Caribe y recibieron una ovación de pie a solicitud del maestro de ceremonias, quien describió al grupo como una “delegación de resistencia ante el mundo”. Sus simpatizantes se ubicaron detrás del plato y ondearon banderas. ¿Así o más político de los Juegos del ALBA? 

También hay que dejar muy claro, que prácticamente todas las personas en las gradas eran venezolanos. Un buen número de ellos eran simpatizantes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (en el poder) y empleados públicos que asistieron uniformados. Cadetes militares que dejaron de lado sus uniformes y vestían pantalón de mezclilla y camiseta blanca llegaron en un camión. 

Entre la “fanaticada” también había residentes de la zona que querían cubrir las cuotas de asistencia para seguir recibiendo beneficios del gobierno como alimentos a precio subsidiado O sea “acarreados”. Al igual que en las marchas a favor del gobierno, líderes vecinales pasaron hojas de papel o libretas para que las personas escribieran su nombre y demás información personal.  

Algunos dirigentes entregaron contenedores de comida con espagueti y otros ofrecieron hot dogs que se distribuían en grandes bolsas. Por cierto, alimentos de alto consumo en el imperio yanquí, quizá no alcanzaron para las tradicionales arepas. Resulta paradójico porque te reúnes con tus aliados antiestadounidenses y acarreas a la masa, pero comes el tipo de alimentos populares del enemigo, dicho sea de paso puro Fast Food. 

Inevitablemente, el deporte ha sido utilizado ya sea por dictadores, socialistas, demócratas o extremistas para aterrizar sus intereses políticos, los mismos Juegos Olímpicos en Occidente o los mundiales de futbol han logrado treguas bélicas o han utilizado esas justas como un arma. 

Adolf Hitler aprovechó los juegos de Berlín de 1936 para exhibir su régimen nazi, mientras que Estados Unidos lideró un boicot contra los Juegos Olímpicos de verano de Moscú, en 1980, como represalia ante la invasión de Afganistán por la Unión Soviética. La Unión Soviética y sus aliados, cuatro años después, pagaron con la misma moneda durante los juegos de verano de 1984, en Los Ángeles. 

La práctica no es nueva, pero mancha los pocos eventos mundiales que unen, entretienen y dan un poco de tranquilidad al mundo, aunque no es lo ideal, no se puede a juzgar a unos por utilizar el deporte como arma política y a otros no, tanto unos como los otros tiene un alto nivel de perversidad. O usted ¿qué cree?  

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