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El Coecillo es el barrio leonés con historia, tradiciones e identidad que evoluciona

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LEÓN, Guanajuato. Los libros y las fotografías describen el pequeño poblado de El Coecillo con ambiente de campo, donde abundaban los árboles, como sauces, pirules, mezquites, sembradíos de hortalizas diversas, y actualmente es uno de los barrios más tradicionales de León.

Fundado en 1508 por el bachiller Alonso Espino, este barrio se volvió famoso por ofrecer a todos los leoneses y visitante frutas y verduras de sus huertas, según lo documenta el libro Los Barrios de León, de Carlos Arturo Navarro Valtierra.

Los primeros en habitar fueron poco más de treinta personas, mayoría tarascos, a quienes se les entregó de manera colectiva 21 hectáreas de tierra. Durante el siglo XIX su actividad primordial era la de la agricultura, a principios del siglo XX ya se dedicaban a la fabricación de rebozos, herrajes y monturas.

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Después del periodo revolucionario, el barrio El Coecillo se convirtió en emblema de la ciudad del siglo pasado por la fabricación de calzado, de esta manera pasó a ser parte del sistema industrial.

Una de sus calles más importantes es la Herreros abarca desde el bulevar Vicente Valtierra hasta la calle Héroes de la Independencia.

En esta calle llegaron a funcionar numerosos talleres familiares de herrería, se dedicaban a la forja de cuchillos para descarnar, guarapas, -cuchilla curva-, arados de reja, azadones, y los aros de las ruedas de los carruajes.

Entre los herreros más destacables se encuentran Camilo Molina, Pablo Medel y Mauricio N. Sin olvidar a la familia Vilches que elaboraba y fabrica aún cuchillería y cubiertos sofisticados.

Para 1914 las dos calles más importantes de El Coecillo era la de San Francisco y San Juan, en febrero de 1941 el jardín de San Juan estaba totalmente pavimentado, dotado de bancas y empedradas las calles de su alrededor.

En 1946 volvió a funcionar la comisaría de El Coecillo con el fin de hacer más efectiva la vigilancia policial.

En 1960 se inauguró la sucursal A”de Telégrafos Nacionales ubicada en la calle Héroes de la Independencia y Morelia.

La evolución del barrio destaca en su actividad económica, principalmente la industrial, manifestada en numerosas fábricas y talleres de calzado con ocupación de un gran porcentaje de coecillenses, cuya actividad zapatera preponderante le da un perfil especial al barrio.

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Mercado de la Luz o De Los Quirineos

En esta obra se pensó, para ser de gran beneficio para los habitantes, la construcción de un mercado en la calle La Luz, para esto se compró un terreno de tres mil 832 metros cuadrados, con la idea de hacer una central de abastos con la venta principalmente de frutas y verduras, carnes y abarrotes.

No tuvo el éxito deseado, por lo que se hizo el cambio de los llamados Quirineos a expendedores de productos para zapateros de talleres familiares.

Mercado de San Francisco

En el costado norte del templo de San Francisco, en terrenos de los frailes se colocaban diferentes vendedores que ofrecían los productos de sus huertas, principalmente verduras.

Con el paso del tiempo fueron colocando hasta que durante el gobierno de Antonio Madrazo Jr [1938-1939] se construyó un galerón con techo de lámina, siete años después se amplió y se le dotó de alumbrado y piso hasta 1961 se construyó el edificio que alberga actualmente al mercado de San Francisco.

Los jueves se realiza su placita que primero ocupó la avenida San Juan y años más tarde fue reubicada en la plancha del Tianguis del Coecillo en la calle Palo Cuarto.

Otro punto a destacar en este barrio es la oferta educativa con la que cuenta en sus dos jardines cuenta con escuelas primarias, secundaria federal, institutos privados como el Colegio Pío XII, Mano Amiga, Instituto Leonés, son los más destacables.

La Escuela Primaria Federal de El Coecillo fue construida donde funcionaba el antiguo Panteón Municipal de San Cayetano, en 1929 se transformó en institución educativa, previa a su educación adecuada, desde antes se impartían clases al aire libre y posteriormente se fueron edificando poco a poco las aulas.

En la década de los 60, el municipio donó terreno para que se construyera la escuela federal. Comenzó su primer año con 70 alumnos bajo el nombre de Escuela Secundaria Federal Hermanos Aldama, también conocida como “la 1” en la calle San Pedrito, llegó a enriquecer la situación educativa que se vivía en ese entonces.

El padre Fray Daniel Mireles pregonaba desde su llegada a El Coecillo, que la instrucción y la educación eran alma y vida para progresar. Así fue que inició con un solar localizado atrás de una capilla, habilitó un tejado e inició la organización de grupos por la avenida San Juan, después fue trasladada a la calle Jalapa con espacios para salones hasta llegar a la calle que llevaría más tarde su nombre.

La tradición oral y escrita también tiene un lugar importante, “Leyendas como del Río del Muerto”, “Fue un barrio cuchillero” y “ La noche del Coecillo” son historias que han salido de este barrio.

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El aspecto cultural, también se puede ver en su teatro Fray Pedro de Gante, ubicado a un costado del Templo de San Francisco, dedicado a promover eventos culturales y por devolver algo a los habitantes.

TEMPLOS

El Coecillo siempre ha sido un barrio celoso de sus tradiciones tanto cívicas como religiosas, siempre llevadas a cabo con entusiasmo y sabor popular.

La Parroquia de Purísima del Coecillo, ubicada por muchos como el Templo San Juan; y el Templo de San Francisco de Asís, los dos con sus respectivos jardines, son los más importantes, pero tiene otros templos que también le dan vida al barrio, el templo de la Candelaria, templo de San Pedrito, Templo de la Santa Cruz y Templo de Nuestro Padre Jesús Crucitas en la calle Monterrey.

Hoy en día sigue como uno de los barrios más tradicionales de la ciudad, es su símbolo de identidad, convivencia y reconocimiento. Además de mantener vivas dos características de la ciudad: la fe católica y la industria del calzado.

Su identidad es marcada por la fe, los habitantes se encargan de impulsar y de mantenerla, sus habitantes son cálidos y resulta peculiar encontrar un puesto de comida en cada esquina y que además son puestos familiares con varios años de antigüedad, como la fruta con queso, las malteadas del jardín de San Juan, las hamburguesas Rongas, los tacos de pajarilla, los tacos de pescado y camarón, sin olvidar sus tradicionales cantinas como el Salón Rojo.

Vanessa Hernández | El Sol de León

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