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La cantina La Vaquita renace como escuela de fotografía

A inicios del siglo XX, La Vaquita fue un punto de reunión ineludible de los comunistas de la época.

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La cantina La Vaquita renace como escuela de fotografía

En 1924, México atestiguaba la llegada al poder de Plutarco Elías Calles. Muy pocos advertían que ese ascenso sería la antesala del partido que dominaría la vida pública nacional durante más de 70 años.

Aunque lastimada por la guerra civil, la sociedad era, todavía, revolucionaria. Y en el mundo, el comunismo se esparcía como la gran promesa de una sociedad más justa, colándose en los lugares más mundanos. Uno de ellos estaba en la esquina de Mesones e Isabel la Católica, en el Centro Histórico de la Ciudad de México: la cantina La Vaquita.

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Allí, entre tragos de tequila, Diego Rivera, David Alfaro SiqueirosJosé Clemente Orozco y Xavier Guerrero ideaban un diario dirigido a la clase obrera que, a la postre, se convertiría en referencia de los futuros medios de comunicación independientes.

A inicios del siglo XX, La Vaquita fue un punto de reunión ineludible de los comunistas de la época. En ese mismo edificio, de hecho, estaba la sede del afanoso pero clandestino Partido Comunista Mexicano (PCM). Nunca antes había existido un partido de izquierda radical en el país.

Ya para entonces, el deseo de los muralistas mexicanos era publicar un periódico dirigido al proletariado.

Lo llamaron El Machete. Porque el machete -el arma campesina por excelencia- no sólo sirve para abrir las veredas de los bosques o decapitar culebras: también sirve para “humillar la soberbia de los ricos impíos”, como escribió Graciela Amador, poeta y redactora de aquel diario, y también esposa de Siqueiros, cuyos celos opacaron el talento de ella durante muchos años.

Para decepción de los parroquianos, La Vaquita desapareció en 2020. Imposible pagar 50 mil pesos mensuales de renta cuando el coronavirus andaba suelto y sin vacuna. Pero la historia a veces es caprichosa.

Y esta vez se empeñó en resucitar el espíritu de esta cantina donde -según rezan las leyendas urbanas- trabajó un tal Mario Moreno antes de convertirse en Cantinflas y después de haber sido un (fracasadoboxeador. Por esos años todavía no se servía el cóctel clásico del lugar, el colibrí, preparado con vodkamartinianís campari. Los meseros bromeaban que con tres de esos “ya andabas volando”.

De regreso a la trama principal, La Vaquita renace, pero no en cantina: en escuela. Y de fotografía. En honor a otra de sus antiguas convidadas: Tina Modotti, gran amiga de Frida Kahlo y amante del traicionado revolucionario cubano, Julio Antonio Mella, quien por cierto murió asesinado a escasos metros de La Vaquita.

Nunca se esclareció el caso, pero Mella era perseguido por el comunismo de su país, que seguía fielmente los preceptos estalinistas. Lo único que quedó documentado fue que su cuerpo quedó tirado, caliente por las balas y por los tragos que, minutos antes, se había bebido con Tina Modotti en otra cantina aledaña (también desaparecida por la pandemia): La India.

El renacimiento de La Vaquita fue idea de la Escuela Superior de Cine (Escine). A partir de este mes, allí se impartirá la primera licenciatura en fotografía en México. También habrá talleres y exposiciones. “Nuestra propuesta es que la fotografía sea un estudio profesional con una validez oficial”, comparte en entrevista Oswaldo Ruiz, uno de los directivos del colegio.

Modotti, emblema de la fotografía mexicana, es el gran símbolo de este nuevo proyecto, que fue posible tras varios meses de negociaciones con el dueño del inmueble, el hombre más rico de México y de América Latina, Carlos Slim.

“Lamentablemente La Vaquita desapareció, pero no queríamos que fuera un espacio ajeno a las dinámicas del lugar. Queremos mantener toda la estética de este sitio que tiene una historia de más de 100 años.

De hecho, Tina Modotti tomó una fotografía del lugar. Para nosotros es muy simbólico que lo haya hecho y que, ahora, nosotros podamos impartir la licenciatura. Tina formó una escuela de fotografía en el país que consistía en un compromiso social y político.

Ella veía a la fotografía dentro de un sistema de creencias relacionadas con la Revolución Mexicana, la comunidad campesina y la clase obrera. Era una fotografía con un propósito: el de generar la imagen de un mundo mejor que se compromete con el bien común. Modotti le pasa la batuta a Álvarez Bravo, quien ya desarrolla la idea de generar una iconografía mexicana”, explica Ruiz.

Allí donde antes los parroquianos se bebían sus tequilas, o sus whiskys ya bien entrado el TLCAN con los gringos, ahora habrá cuartos oscuros y debates sobre Instagram. Allí donde antes Rivera Siqueiros reñían por Stalin o por Trotski o por la cuenta, ahora habrá cátedras de la imagen.

Sobre los comunistas mexicanos, como de costumbre, la historia acabó en pleito. El Partido navegó entre el oficialismo y la clandestinidad. Y sobre El Machete, ni hablar: “Dependiente de los subsidios estatales, el periódico tenía que morir, so pena de suspender el financiamiento para todo el trabajo mural.

El conflicto dividió al sindicato: Diego Rivera estaba dispuesto a cerrar el periódico para salvar los murales, David no aceptaba de ningún modo el cierre de la prensa y José Clemente Orozco prefirió mantenerse al margen del pleito.

En una agitada asamblea repleta de humo de cigarros, calor humano y griterío mayúsculo, la moción de Siqueiros fue votada por la mayoría y Rivera fue expulsado del gremio”, recuerda Esteban Campos en su libro Siqueiros Blanca Luz Brum. Una pasión tormentosa (2010).

Los verdaderos perdedores de esta historia, sin embargo, fueron los glotones y los borrachos, que ya jamás volverán a embucharse esa torta de pierna que bajaba como mantequilla por la garganta con un perro salado y una bola campechana.

Eduardo Bautista | El Sol de México

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