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La prohibición de los plaguicidas disminuirá la producción agrícola y causará un aumento en el precio de alimentos

Se tendría que importar más alimentos y aumentaría el precio de los mismos, justo cuando el gobierno busca controlar la inflación de la canasta básica

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La prohibición de los plaguicidas altamente peligrosos (PAPs) tendría graves consecuencias en el país, como una baja de la producción agrícola, el aumento en los costos de producción de los cultivos y en el precio de los alimentos, además de llevar a la compra de plaguicidas ilegales, causantes de graves daños a la salud de productores y consumidores, así como del medio ambiente.

Así lo expuso el presidente de la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos (UMFFAAC), Luis Eduardo González Cepeda, quien dijo que “el campo mexicano está sometido a un proceso de incertidumbre derivado de diferentes decisiones políticas, como la prohibición de importar maíz amarillo de Estados Unidos y del que México importó 17 millones de toneladas el año pasado”.

Asimismo, abundó, a los intentos por reformar diferentes normas, como la Ley General de Salud, que busca prohibir a los PAPs, sin tomar en cuenta las graves consecuencias económicas y sociales que tendría su prohibición.

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En el webinar Prohibición de Plaguicidas: contexto legislativo e impactos, señaló que el debate en torno a los PAPs ha sido muy engañoso porque los argumentos a favor de prohibir los plaguicidas están basados en la ideología y la manipulación de información.

Como ejemplo, mencionó que los plaguicidas afectan la salud de miles de jornaleros agrícolas del país, pero el Reporte Nacional de Intoxicaciones por Plaguicidas señala que hay una clara tendencia a la baja, pues en 2015 se reportaron más de cuatro mil casos y para 2021, la cifra fue de dos mil 112 casos.

Es una exageración decir que los plaguicidas son un peligro para la salud de los agricultores, pues siempre y cuando estos los manejen de manera adecuada, con el equipo necesario y siguiendo las instrucciones para su aplicación”, apuntó.

González Cepeda indicó que otro ejemplo de manipulación es asociar a los PAPs con la muerte de las abejas, cuya población ha aumentado en los últimos años, pues en 2015 había dos millones 17 mil, para 2018 había dos millones 172 mil, y el año pasado dos millones 226 mil, según los datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), “de modo que no hay ningún fundamento para afirmar que hay una disminución en la población de las abejas para justificar que se prohíban los PAPs”, apuntó.

El presidente de la UMFFAAC advirtió que existen consecuencias económicas de la prohibición de los PAPs, pues cultivos como el aguacate ya no podrían utilizar el 67 por ciento de las sustancias necesarias para protegerlo de las plagas, lo mismo que el limón, la caña, la naranja, el maíz, la papa, el jitomate, el pimiento y la zarzamora, descendentes hasta llegar al 32 por ciento.

La pérdida de los ingredientes activos de los PAPs causaría que los cultivos no se protejan de manera eficaz contra las plagas y el resultado sería una disminución en la producción agrícola, se encarecerían los costos de producción por la búsqueda de alternativas que sustituyeran los plaguicidas, tendríamos que importar más alimentos y aumentaría el precio de los mismos, justo cuando el gobierno busca controlar la inflación de la canasta básica, lo que a su vez afectaría a los sectores más pobres de la población”, precisó.

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Respecto al impacto en los costos de producción que tendría la prohibición de los PAPS, indicó que en el caso del maíz de temporal en Jalisco y Chiapas habría un aumento en el costo por hectárea, “lo que incrementaría el precio de la tortilla, nos obligaría a importar más maíz e, inclusive, podría llevar a los productores a abandonar el campo al dejar de ser una actividad rentable”.

González Cepeda dijo que aunque los bio-insumos sí pueden ser una opción a los plaguicidas químicos, no tienen la capacidad de garantizar la producción a escala que el mundo y México necesitan para alimentarse.

Además, “deben ser también regulados, porque, no por el hecho de que sean orgánicos, dejan de ser un riesgo para la salud. Plaguicida es todo aquello que mata plagas, sea orgánico, biológico o químico, de ahí la importancia que se sometan a un proceso riguroso que certifique que no sean un peligro para la salud y el medio ambiente”, acotó.

Insistió en que la regulación de los PAPs no debe basarse en un enfoque prohibitivo para que se adopte uno de carácter integral, que tome en cuenta tipos de cultivos, regiones, y que considere lo que se conoce como los Límites Máximos de Presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos (LMRs).

Hay una responsabilidad que en conjunto tienen las organizaciones de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y Mundial de la Salud (OMS), agregó.

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