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Sonora

Hermosillo es una ciudad con lugares icónicos

Los lugares preferidos de los hermosillenses que siempre estarán en su corazón

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HERMOSILLO, Sonora. La capital del estado tiene muchos lugares dignos de ser visitados porque están llenos de historias, que con el paso del tiempo, se recuerdan con nostalgia y orgullo para sus habitantes.

Para Martín Huva, amante de la recopilación de la historia, misma que da a conocer y publica en sus redes sociales, son muchos los lugares para visitar en la ciudad, pero como en todas partes, hay unos más emblemáticos que otros.

Hay lugares de hace muchos años que todavía están presentes y que pueden ser visitados, pero al mismo tiempo, hay lugares de reciente creación que también son muy visitados y que con el paso del tiempo formarán parte de la historia de la capital sonorense.

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“Cuando un visitante nacional o extranjero llega a nuestra ciudad seguramente querrá conocer los lugares que nos identifican como hermosillenses, y si busca lugares con historia con todo gusto podemos ofrecerles estos sitios que son sumamente interesantes”, comentó.

El Cerro de la Campana es uno de los lugares más emblemáticos de Hermosillo, en sus alrededores se formó el primer barrio de la ciudad.

Considerado el mejor mirador de esta ciudad, el 15 de septiembre de 1909, el gobernador Luis E. Torres inauguró el primer camino que guía hasta la cima y pocos saben que dicha vereda se llama paseo Amelia M. de Torres.

En dicha época se colocó en la cima un templete de madera hasta donde los hermosillenses y visitantes llegaban para observar la mayor parte de la ciudad.

Posteriormente, en 1968 se colocaron antenas receptoras pertenecientes a una televisora local.

Pese a lo que muchos creen, su nombre no se debe a su forma, sino al sonido que emite cuando se golpea una piedra con otra, acción que fue descubierta por los primeros pobladores españoles.

Un lugar para disfrutar en familia es el Parque Madero, conocido con el pulmón verde más grande de la ciudad.

Además de sus inmensos árboles, hay juegos infantiles, canchas deportivas y para la convivencia familiar.

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Se trata de un lugar que desde 1780 desmontaron los españoles con la intención de convertirlo en un paseo público, por lo que sus primeros árboles fueron fresnos y álamos.

El área de la Catedral de la Asunción, Plaza Zaragoza y Palacio de Gobierno, es de las más visitadas, pero la recomendación es ir desde antes que se oculte el sol a fin de aprovechar el atardecer y tomar excelentes fotografías.

Además de ser un lugar tan visitado, la aglomeración de personas que se reúne por la tarde noche, no permitiría disfrutar de las bellas vistas coloniales, llenas de historia.

Un área que sin duda no te dejará abstenerte de probar alguno de los productos comestibles que ahí se venden mientras observas algún acto de los artistas callejeros.

El recorrido se puede realizar caminando, en bicicleta o adquiriendo uno de los servicios que ofrece el trolebús.

A unos cuantos pasos de ahí, se encuentra la Plaza Hidalgo construida en 1910 como parte del llamado Paseo del Centenario.

Es un lugar con bastante historia, pues se encuentra en la zona del Hermosillo viejo, ahí estuvo el primer tianguis de Hermosillo y llevaba el nombre de El Parián, alrededor de este se construyeron otros negocios importantes como el Teatro Noriega, por mencionar solo alguno.

El Banco de Sonora fue creado el 18 de septiembre de 1897 convirtiéndose en la primera entidad bancaria sonorense y posteriormente se establecieron sucursales en Guaymas, Nogales, Chihuahua, Culiacán y Ures.

Al final de los años veinte del siglo pasado entró en liquidación y lo único que quedó para recordar a esa institución, es el inmueble que se construyó frente a la Plaza Hidalgo, y hoy es utilizado como oficinas de gobierno.

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En 1910, año de la Revolución Mexicana, en el centro de la ciudad, se colocó la primera piedra para construir el tradicional Mercado Municipal.

Después de dos años quedó inaugurado con el nombre de José María Pino Suárez y desde entonces no ha sido dejado de visitar.

La persona que visita Hermosillo y llega al Mercado Municipal se puede dar cuenta de inmediato de cómo es la cultura popular del lugar, de cómo vive el hermosillense de arraigo y de sus costumbres añejas.

Es suficiente mirar a la gente para constatar que ahí se dan cita personas de cualquier estatus social, pues a la hora de degustar un rico café de talega, lo saborea igual, tanto el rico como el pobre.

Por lo que es costumbre para muchas personas madrugar y desayunar un plato de menudo acompañado de un pan birote con mantequilla, “reharto” chiltepín, cebollita con cilantro bien picado y un buen de limón.

Pero hay quienes prefieren adquirir la carne de campo y hacer su carnita asada, mientras degustan de una rica malteada.

También en el centro de la ciudad, se encuentra El Colegio de Sonora; la escuela más antigua de Hermosillo con casi 140 años de existencia.

Surgió como el Instituto Científico y Literario, primera institución en la entidad que impartió secundaria, la cual, en esa época, se concebía como educación profesional.

Fue el exgobernador Carlos Ortiz Retes quien inauguró la escuela el primero de julio de 1882.

Según la Monografía Estatal publicada por la SEP en 1988, en su página 156 dice que el doctor Pedro Garza fue el primer director del plantel y salió comisionado a Europa con el fin de contratar profesores.

Cuando regresó traía, además de los profesores, casi cinco mil libros para la biblioteca, un laboratorio de química, un gabinete de física, una botica para uso del colegio y del hospital, así como un impresionante museo de historia natural.

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La colonia Villa de Seris es un barrio más de la ciudad, su origen se remonta al año 1741 y colinda al suroeste del cerrito de La Cruz. En el lugar se encuentra una de las iglesias más antiguas de la ciudad dedicada a La Virgen de la Candelaria.

Al recorrer sus calles y observar sus antiguas casas, te transporta a un pueblo mágico y colonial.

En la zona se encuentra un tradicional restaurante de carne asada y por sus calles se pueden observar diversos negocios locales dedicados a la venta de las famosas galletas sonorenses, conocidas como coyotas, así como de otros tipos de artesanías y comida tradicional.

Por otra parte, el Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora son lugares emblemáticos de la ciudad, pues la Unison alberga al mayor número de estudiantes universitarios del Estado.

Fue inaugurada en 1948 por el gobernador del Estado, Abelardo L. Rodríguez, a fin de dar gran impulso a la cultura del pueblo sonorense.

Otro lugar con historia en Hermosillo, es el Internado J. Cruz Gálvez, desde septiembre de 1919 fungió como una institución que atendía a niños huérfanos que dejaba la Revolución Mexicana.

El internado se ha transformado en un lugar donde menores de bajos recursos encuentran una oportunidad para salir adelante, sigue operando.

Otro lugar para conocer y que es uno de los últimos lugares históricos renovados es el Parque La Ruina, construido en lo que en 1945 inició como la fábrica de Textiles Sonora, una industria manufacturera de algodón que se convertiría en la más importante del país.

Hoy sus paredes sirven como punto de reunión para jóvenes y no tan jóvenes que asisten a conciertos de artistas, así como también para ir a degustar diversos tipos de platillos.

A este lugar se le llama La Ruina, por ser las ruinas del que fuera una empresa que ofreció cientos de empleos a los hermosillenses de ayer.

Son muchos los lugares para conocer debido a su historia y la importancia que tuvieron en la vida de los ciudadanos del ayer, por ellos Manuel Hernández creó la página “Hermosillo a través del Tiempo”, donde cuenta y resalta cada uno de estos sitios.

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Señala que son muchos los lugares que ya no existen, sobre todo centros sociales y comerciales, que quedaron en el recuerdo de muchas personas, por lo que narra y describe cómo eran las graduaciones y tardeadas en el Blocky’O y el Nova Olimpia, así como de los programas de televisión local que sobreviven en el recuerdo de los hermosillenses, como el de Risas, Estrellitas y Sonrisas y el de Lluvia de cheques con El preguntón.

La nostalgia llega cuando empieza a hablar de cómo se iba a comer una hamburguesa en el “Japs” o se entraba a ojear revistas a Librolandia.

Ver al Santoclós en Mazón del Centro y entrar a pasearse en las escaleras eléctricas de la tienda comercial, era toda una aventura.

O el ir a los taquitos de chilorio en el Kiosko Fina y subirse al camión y querer ir para el lado de la ventana o sentarse en asiento individual que estaba a un costado del chofer.

Más recuerdos vienen a la cabeza de las personas mayores que actualmente viven en la ciudad cuando cuenta historias de cómo los pobladores antes hacían “Carritos de bering” para agarrar de bajada cualquier lomita, cazar güicos en los patios o el monte, entrar al matiné los domingos en el Cine Nacional para después acudir a los taquitos de barbacoa con una malteada en el Mercado Municipal.

Las “Rialadas” de la Policía, jugar Pac-Man en las maquinitas del Parián, comprar tortillas de maíz y comerse una en el camino, golpear con la rodilla el envase de soda cuando se iba a la tienda.

Otros de los recuerdos que Manuel Hernández plasma en redes sociales es ver bañar a los niños en el lavadero para que se les quitara el calor, comer a mediodía sopa de codito La Romana y de tomar un vaso de “culey” de fresa.

Emocionarse cuando pasaba una avioneta y gritarle ¡tira papeles!, mientras que en la casa se escuchaban los gritos de las mamás cuando empezaba a llover ¡Tapen los espejos!

Las goteras dentro de la casa, dormir en el patio, en un catre, en una tarima o el techo para ver las estrellas, saborear las paletas de crema Oro Puro, escuchar narrar a don Fausto Soto Silva un partido de los Naranjeros, además de acudir los domingos al paseo de Topahue, entre otras muchas más actividades que se hacían en la ciudad, que con el paso del tiempo o por los cambios sociales que se han tenido con el uso de las tecnologías se han dejado de llevar a cabo.

Gabriel Benítez | El Sol de Hermosillo

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