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La sequía en Nuevo León afecta a ricos y a pobres

Tanto las colonias populares como los fraccionamientos exclusivos padecen la escasez del líquido

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Foto: Luis Sandoval

MONTERREY, Nuevo León. La falta de agua no distingue clases sociales y en el estado la sequía afecta tanto a los ricos como a los pobres, que han tenido que racionar el uso del líquido en la casa, desde el lavado de trastes hasta la ducha, y buscar el líquido de donde sea posible.

Para dice Astrid Jiménez, habitante del fraccionamiento exclusivo La Herradura, en Monterrey, quien también sufre desde hace 20 días de la falta de agua: “yo estoy consciente que hay personas que están en condiciones precarias o mucho peor que en las que estamos nosotros, pero nosotros también tomamos agua”.

Nosotros también nos bañamos, no hay diferencia, no importa dónde vivas, necesitas el agua para sobrevivir, señaló.

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La mujer que es responsable de reclutamiento en una empresa de tecnología, pero que tiene que trabajar desde su casa, ha ideado formas para eficientar el uso del líquido para ella y sus dos hijas.

“Lo más difícil ha sido lavar los platos porque la verdad no nos gusta desperdiciar el agua. Ahorita tuvimos que hacerlo porque ya teníamos bastantes platos sucios; combinamos un poco, a veces los lavamos y a veces usamos desechables, preferimos utilizar el agua para cosas más importantes”, explicó Astrid, quien admitió que han tenido que desembolsar una cantidad de dinero extra para adquirir utensilios desechables biodegradables.

Como parte de su plan de ahorro de agua, Astrid clausuró todos los sanitarios de la casa, excepto uno. “Nada más estamos utilizando mi baño toda la familia y ponemos una charolita y una tina. En esa tina hervimos el agua, la subimos, porque también nos empezamos a enfermar porque nos tomábamos el agua que nos caía y eso no estaba bien, hervimos el agua primero, la subimos que eso también se me hace un poco peligroso porque tengo que subir con el agua caliente, la ponemos en esta tina y nos empezamos a bañar”.

Señaló que con ese método estaba desperdiciando mucha agua, por lo que compró una mini regadera portátil para bañarse, lo cual le permite ahorrar más agua. “Pareciera que gastas más pero no, gastas mucho menos, esa misma agua la meto a otra tina y es la que uso para el WC”, explicó.

“Me mojo, me enjabono y le cierro”. Sin vergüenza alguna, Astrid admitió que se ven en la necesidad de permitir que se acumulen los desechos líquidos en el escusado para que la poca agua con la que cuentan se pueda utilizar de manera eficiente.

También reconoció que ha minimizado el uso del sanitario para sus necesidades. “Normalmente hago dos veces al día que es cuando nos bañamos o cada que alguien se baña dejamos acumular un buen, el problema es que yo aquí trabajo, en mi oficina”, sostuvo.

La profesionista señaló que contrario a todo lo que se pueda pensar sobre quienes viven en sectores habitacionales privados la situación no ha hecho distinción de credos, posición social, religiosa o hasta de género; la crisis del agua ha pegado a todos.

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“Yo no tengo tinaco ni cisterna… Tengo cisterna, pero hace mucho que está descompuesta y cuesta mucho mandarla arreglar, por lo pronto con botes es como hemos llevado esta situación. Son más de 21 días sin agua, 21 días sin una gota eso es lo más terrible, nos levantamos en diferentes horas, como yo no tengo tinaco me doy cuenta”, expuso.

Instó a las autoridades que se debería de elaborar un mejor plan de distribución de agua a todos, ya que para ella ha sido desigual la situación al momento de acudir a abastecer de agua a algunos sectores que quizás no la estén pasando tan mal que en otros sitios donde incluso hay personas enfermas que necesitan el agua.

“Yo estoy consciente que hay personas que están en condiciones precarias o mucho peor que en las que estamos nosotros, pero nosotros también tomamos agua, nosotros también nos bañamos, no hay diferencia, no importa dónde vivas, necesitas el agua”.

Entre las personas que de acuerdo con Astrid la están “pasando peor”, se encuentran los habitantes de la colonia Villas de Alcali, en el municipio de García, quienes la última vez que tuvieron agua corriente fue a finales de marzo.

El gobierno local instaló 14 tinacos que llena con pipas para abastecer a las poco más de 20 mil personas que habitan este sector, pero el esfuerzo ha sido insuficiente.

Karla, una madre de familia de esta comunidad, explicó que la falta de agua les genera muchos gastos, como el de comprar garrafones a costos elevados en los centros comerciales y tiendas de autoservicio.

“Es imposible vivir así, de hecho, ya algunas personas estaban pensando en hervir el agua de los tinacos porque en las tiendas se acababa de ‘volada’ la de los dispensadores”.

Sí nos pegó en el bolsillo más que todo, al principio estaba el garrafón a 22 pesos y subió a 45 pesos, asegura Karla, madre de familia.

Denisse, es otra madre de familia que está a dos casas de donde está instalado un tinaco de almacenamiento de agua; dijo que se las tenían que ingeniar para hacer las labores del hogar, ya que ha sido bastantito tiempo sin agua.

Admitió que cuando no llegaban las pipas tenían que ir a otras colonias a ver si ahí había agua. “A veces íbamos aquí a esta colonia del segundo sector, nos daban agua para cocinar, para el baño nos daban agua. Íbamos en la madrugada y en la tarde, ahorita que ya está el tinaco pues de ahí agarramos, pero hay veces uno o dos días que no lo rellenan”, explicó Verónica.

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Ancianos, mujeres jóvenes y niños se ayudan entre sí para acarrear cubetas repletas de agua de una pipa que espera paciente a quedar totalmente vacía y así cumplir con el derecho humano y universal de acceso al agua para todos.

En algunos hogares de esta demarcación ya son evidentes los olores fétidos naturales de los sanitarios, los cuales permean en toda la casa, como la de Michell, una madre joven soltera que es ayudada por sus tres niñas para subir dos botes de agua’ a una primera planta.

Unos muchachos empujan un carrito de madera con ruedas de las llamadas roles, ahí llevan dos botes de buen tamaño con el agua; los más cercanos a donde surte la pipa llenan tinas, van a casa y regresan rápidamente con más recipientes.

Es la imagen que se vive a diario en el municipio de García, unos 15 kilómetros al poniente, saliendo de la zona conurbada regiomontana. “Eso no es nada, somos unos 420 mil habitantes, las colonias sin agua han sido decenas, por no decir toda la población”, confiesa un funcionario de la municipalidad que observa a los reporteros en su labor.

Por su parte, el activista Manuel Guerra Cavazos, residente de García señala entre las colonias más impactadas por la falta de agua durante días a Villas de Alcali, Sierra Real, Villanova, Hacienda del Sol, y renacimiento entre otras muchas.

Dice que tienen más de 70 por ciento de las colonias sin agua, exige al gobierno que cumpla con el horario de entrega de agua y hace un llamado a responder al clamor de las familias.

García dejó de ser Villa para convertirse en municipio y arropar a miles en colonias populares, habitantes que esperan hasta dos horas en largas filas para tomar un transporte urbano que los lleve a Monterrey o los retorne a casa.

El llamado casco principal de García sigue intacto; fincas antiguas o las llamadas quintas de grandes extensiones y árboles gigantescos. En una de ellas habita Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, que gobernó García y luego de Nuevo León, y que, a juicio de los lugareños, en el arraigo policial que tiene en casa, “no sufre, tiene todo, y lo más valioso, agua”.

Sergio Mendoza | El Sol de La Laguna

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