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El Extranjero

En Estados Unidos es cada vez más difícil abortar, pese a ser legal

De 1982 a 2017, el número de lugares donde las mujeres pueden practicarse un aborto de manera segura y legal ha caído 47 por ciento

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Pese a que desde hace décadas la legislación Roe V. Wade permite abortar de manera legal en todo el territorio de Estados Unidos, datos del Guttmacher Institute indican que de 1982 a 2017 el número de lugares donde las mujeres pueden realizar esta práctica de forma segura y legal ha bajado 47 por ciento.

Lo anterior, debido a que las legislaciones locales han ido estableciendo regulaciones que han hecho más difícil mantener abiertos estos lugares, tales como requerimientos sanitarios o legales excesivos.

El sitio web Político causó un revuelo la semana pasada, al publicar un borrador de una sentencia del Tribunal Supremo que, de aprobarse tal cual, haría retroceder a Estados Unidos 50 años, cuando cada estado era libre de prohibir o permitir el aborto.

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El documento, redactado en febrero y abierto a la negociación hasta el 30 de junio, considera que la sentencia Roe v. Wade de 1973, que protege el derecho de las mujeres estadounidenses a interrumpir su embarazo, estuvo “infundada desde el principio” y que no hay nada en la Constitución que proteja el derecho al aborto.

Si la Corte Suprema de Estados Unidos a la postre anula el derecho al aborto, la derecha religiosa se alzaría con un impresionante triunfo, tras una campaña de cinco décadas para insertar su agenda en la vida política del país.

Esto ha llevado a que el número de mujeres estadounidenses que cruzan la frontera con México para abortar haya aumentado, en medio de la polémica que desató la filtración del borrador de la Corte Suprema que propone la anulación del fallo de Roe vs. Wade, una sentencia que despenaliza la interrupción del embarazo en la Unión Americana.

Es a través de redes de apoyo que se realizan estos “abortos seguros en casa”, las cuales en las últimas semanas han recibido más peticiones de mujeres estadounidenses de acompañamientos.

“Veo un panorama muy difícil porque a veces las mujeres que damos acompañamiento no nos damos abasto. He visto rebasada la demanda. He visto mujeres que tienen hasta tres acompañamientos y mandan a otras acompañantes que ya tienen otros dos pendientes. Entonces el fallo de la Corte estadounidense lo que va a generar es una demanda más grande. Nos hemos estado preparando porque no hay que dejar a las mujeres solas, sean de donde sean”, dijo Anna, una mujer de 34 años, quien realiza desde hace cinco años este tipo de acompañamientos en Ciudad Juárez, Chihuahua, uno de los estados de la República donde el aborto aún está penalizado.

Anna explicó que la asistencia consiste en ofrecer información sobre el aborto seguro en casa con Misoprostol, medicamento autorizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para interrumpir el embarazo.

“Un acompañamiento es el proceso en que una mujer orienta a otra a practicar un aborto a través de medicamentos de libre venta. Es orientar y ayudar a la persona a obtener acceso al medicamento, enseñar los signos de alarma, acompañar antes, durante y después del proceso, procurando la salud física y mental de quien está pasando por un embarazo no deseado y ha decidido no continuarlo”, afirmó.

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La OMS refiere en su página de internet que el Misoprostol es un medicamento que no requiere receta médica para su compra en México. No así para la mayoría de los estados que integran la Unión Americana donde su prescripción está bajo regulaciones federales y sólo puede ser recetado por un médico durante las primeras siete semanas de embarazo.

Su uso está recomendado para la prevención y tratamiento de úlceras gástricas o bien, interrumpir los embarazos tempranos (hasta 10 semanas) con una efectividad de 80 a 95 por ciento.

El costo en las farmacias fluctúa entre 500 y 800 pesos mexicanos (entre 25 y 40 dólares), lo que lo hace un procedimiento muy económico para mujeres estadounidenses.

Agregó que el apoyo de las redes mexicanas de acompañamiento no sólo ha cruzado la frontera norte, sino que se ha extendido a otras naciones como El Salvador y Nicaragua.

“No sólo apoyamos a mujeres de Estados Unidos, también hemos acompañado a mujeres de países centroamericanos como El Salvador y Nicaragua, que son lugares en donde, aunque la vida de ellas esté en peligro, las obligan a parir”, añadió.

Erick Ramírez- Roxana González | El Sol de México

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