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Muchos países siguen sin incluir el cambio climático en sus agendas políticas, a pesar de las advertencias

En el Día del Medio Ambiente, no se sabe si hay algo que festejar

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Ilustración: Alejandro Gómez

Ante el panorama de destrucción y devastación ambiental que se da a nivel global, la pregunta en el planeta es si hay algo que festejar en el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra cada 5 de junio.

En la inauguración, en noviembre pasado, de la Cumbre del Clima, formalmente conocida como la Conferencia de las Partes (COP) 26, celebrada en Glasgow, Reino Unido, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) António Guterres, pronunció un mensaje de alerta y urgencia al establecer que “los seis años que han transcurrido desde el Acuerdo de París sobre el Clima han sido los años más calurosos registrados hasta la fecha. Nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia el abismo”.

Guterres agregó que “tenemos por delante una difícil decisión: o acabamos con ella (la adicción mencionada en el párrafo anterior) o ella acaba con nosotros. Basta de maltratar la biodiversidad. Basta de matarnos a nosotros mismos con el carbono. Basta de tratar a la naturaleza como un retrete”.

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El pasado 9 de mayo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) estableció que “estamos notablemente más cerca de rebasar de forma transitoria el límite inferior del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Este umbral de 1.5 grados centígrados no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales, no sólo para las personas, sino para todo el planeta”.

El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, afirmó que “mientras no cesen las emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas seguirán aumentando. En paralelo, los océanos seguirán calentándose y volviéndose más ácidos, el hielo marino y los glaciares seguirán derritiéndose, el nivel del mar seguirá subiendo y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas”.

Advertencias como las anteriores, también han sido hechas del conocimiento público por parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU, el cual ha afirmado “que un calentamiento global de 1.5 grados centígrados agravará los riegos relacionados con el clima a los que están actualmente expuestos los sistemas naturales y humanos”.

Tomando en consideración los llamados de urgencia expresados anteriormente, veamos a continuación cual es la situación al respecto en nuestro país, considerando que México es el país 13 en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero se refiere.

No se percibe hoy en día al cambio climático como un tema prioritario en la agenda del Gobierno federal. Pareciera que, al igual que en algunos otros países, queda clara aún la emergencia climática que se vive y no se actúan en consecuencia.

Lo anterior se refleja en lo siguiente: apoyo total a los combustibles fósiles vs las energías renovables: ahí esta el caso de la promoción de las carboeléctricas por parte de la CFE; la construcción de la refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco; una reforma eléctrica que buscaba dar prioridad al carbón y al combustóleo relegando las energías limpias.

Dentro del marco del Acuerdo de París, no se tuvo mayor ambición climática, es decir, un aumento en diciembre del 2020 al renovar las contribuciones nacionalmente determinadas (NDC por sus siglas en inglés) de México con respecto a las del 2015. Ya de por sí en el 2015 las NDC de México se consideraron por el Climate Action Tracker como insuficientes y ante lo sucedido en diciembre del 2020 lo consideró como algo altamente insuficiente.

Todo esto tiene, entre otras, las siguientes implicaciones para nuestro país por tener una política energética regresiva: no se podrá cumplir con la ley de Transición Energética que nos mandata llegar al 2024 con 35% de renovables; no cumpliremos con la Ley General de Cambio Climático que establece la obligación de llegar al 2024 con una meta de 35% de fuentes limpias; tenemos un compromiso que no podremos cumplir con la comunidad internacional de reducir en un 22% emisiones de gases de efecto invernadero al 2030.

Entre muchas otras cosas, lo siguiente: controlar y reducir las emisiones de metano; eliminar el uso del combustóleo y el carbón e impulsar a las energías renovables; retomar el liderazgo que tuvo México en materia de cambio climático y en consecuencia aumentar su ambición climática; unirse a la tendencia global de descarbonización y de verdad transitar energéticamente.

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En fin, si nuestro país sigue en el sentido contrario al que se encamina la comunidad internacional, seguiremos contribuyendo al aumento en los niveles de los mares; a que estemos frente a más inundaciones, presenciando el incremento en el número de incendios forestales y, contribuyendo para que las tormentas sean más fuertes. ¿Es eso lo que queremos en detrimento de nuestra salud y calidad de vida?

Gustavo Alanís Ortega, director ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental / El Sol de México

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