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El precariado es la cultura del adeudo en la que viven los más jóvenes

La salud mental de este sector de la población se deteriora por la incertidumbre de vivir al día

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Foto: Pixabay

Las nuevas generaciones, llámense millennials, centennials e incluso algunos de la Generación Z, se enfrentan a un nuevo concepto que se implementó para derrumbar lo que se tenía pensado que era la “clase media” y que causa angustia para su respectiva estabilidad económica: el precariado.

Según el economista Guy Standing (quien oficializó el término en 2011), se define como “un grupo que vive en base a la cultura de la deuda y cuya salud mental se ve deteriorada por la incertidumbre de vivir al día“.

El término hace referencia a las personas que tienen un empleo inestable donde trabajan en extremo y por el que no reciben remuneración alguna. Una de las principales quejas que tiene la población joven.

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“Esta clase es explotada a través de sueldos bajos, pero también mediante las deudas de créditos bancarios y de consumo. El precariado depende de sus tarjetas de crédito y del pago en cuota para el arriendo, sus estudios y cuentas“, explica Guy Standing en su libro Precariado: Una nueva clase social (2012).

De acuerdo con los expertos, el precariado se rige como una nueva clase emergente que requiere de una atención urgente para poder resolver potenciales crisis económicas para las futuras generaciones.

“Ya no sólo es una cuestión de necesidades económicas de personas individuales, sino que la complejidad vendrá dada de no poder garantizar mínimamente el bienestar social“, apunta el economista.

Según indica Standing en su publicación, aquellas personas que conforman al precariado son las que conjugan un híbrido entre la precariedad y el proletariado.

Las personas que forman parte de este grupo son de clase trabajadora y cuyas expectativas económicas no se ven relacionadas con su capacidad laboral o el éxito que alcanzan en su trabajo.

Esta clase social se enfrenta a una indefinición de una identidad concreta como clase trabajadora, la cual ofusca los planes a corto, mediano y largo plazo pues en ocasiones los jóvenes no cuentan con las oportunidades para concretar bienes a su nombre como la adquisición de una casa o auto para su futuro.

El precariado, precisa el autor del libro, se sitúa en aquellas personas que trabajan muchas horas pero que la relación fuerza de trabajo/remuneración salarial tiene un desajuste, pues en algunos casos no cobran lo estipulado por la ley.

Por lo anterior, los involucrados necesitan ejercer el pluriempleo (diferentes trabajos) para poder alcanzar una estabilidad económica, en ocasiones, mínima para poder costearse la vida.

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De acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la tasa de ocupación de jóvenes en México de entre 15 y 24 años disminuyó 8.7 por ciento el año pasado debido a la crisis de Covid-19.

Según indica la OIT, siete de cada 10 jóvenes que lograban insertarse en el mercado laboral lo hacían con la incertidumbre de perder su empleo o no contar con las prestaciones necesarias para un mejor futuro

Ahora bien, para 2021 según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), sólo 11.3 millones de jóvenes están dentro del mercado laboral.

Conforme lo señalado por Guy Standing en su libro, una de las preocupaciones principales del sector del precariado es su futuro financiero, pues la inestabilidad económica de la juventud deriva en preocupaciones para su vida futura.

Ante la incertidumbre del futuro financiero de los jóvenes, se plantea al ahorro como una de las posibles soluciones para las nuevas generaciones, pues según especialistas, en 10 años y bajo un buen hábito de ahorro, los jóvenes podrían construir un futuro más estable en términos financieros.

De acuerdo con un estudio realizado por la profesora del Tec de Monterrey campus San Luis, Adriana Valle, los jóvenes deben prepararse para su pensión de manera individual y sin la necesidad de estar esperando un sistema de retiro en esquema de afores.

La especialistas apunta que si los jóvenes ahorraran 15 pesos por 52 semanas, en un año se habrá reunido la suma final de 20 mil 670, lo que funcionaría para tener “un futuro asegurado”.

Rodrigo Carmona | El Sol de México

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