:)

Sonora

Los pavos de altamar están a punto de desaparecer en la pesca de Mazatlán

Los trabajadores del mar que se emplearon en otras actividades durante la veda y ya no regresaron a los barcos

Published

on

Foto: Fausto Mcconegly

MAZATLÁN, Sinaloa. La falta de apoyos gubernamentales y la baja producción de camarón en los últimos años ha desalentado a una nueva generación a incursionar en la pesca y dentro de ella, la actividad de los “pavos” de altamar.

Cristian Gumaro, capitán del barco Moneto IV, con apenas 30 años de edad, es uno de los pocos jóvenes que continúan en esta actividad.

“De 10 años a la fecha, la juventud ha perdido el interés en la pesca y los que están en el medio tienen que seguir porque es su oficio y muchos no saben hacer otra cosa”, dijo.

Lee: Salen al rescate de los pescadores del Baja California

Ante lo incierto de la pesca, trabajadores del mar que se ha emplearon en otras actividades, pues ya no les conviene embarcarse y esta temporada batallaron para encontrar gente, principalmente los “pavos”, que son los encargados de sacar las redes de prueba, lavar la loza, limpiar el barco, entre otras tareas.

Una embarcación normalmente sale con ocho tripulantes, pero para esta zafra la mayoría salió con siete, debido a que la gente está muy escasa porque muchos prefieren quedarse en tierra a buscar trabajo.

“Los pavos son los más batallosos para encontrar, ya se está acabando la tradición, hubo mucha gente que salió sin pavo. La gente agarra chamba en tierra y ha estado medio batalloso, nosotros salimos con siete, pero hay otros que van con seis”, contó Gumaro, como lo conocen en el muelle pesquero.

A los 21 años de edad decidió probar suerte en altamar, ante la falta de oportunidades de trabajo.

El pescador de segunda generación, originario de una comunidad de Angostura, Sinaloa, tiene nueve años en la pesca y ya es capitán de la embarcación, al igual que su padre, quien tiene 25 años en los barcos y de quien ha aprendido el oficio.

“Desde chiquito me traía a los barcos, cuando entraba a rendir viaje, venía de metiche y ya aquí me quedé, al principio no me gustaba, pero tenía que trabajar”.

Para Gumaro, la situación está muy difícil, muchos barcos no pudieron salir y los pocos que lo hicieron ahora están en riesgo de no poder zarpar a un segundo viaje.

Hace unos días entraron a puerto a rendir el primer viaje que duró 35 días de pesca, con una producción regular de camarón grande que les permita salir a altamar para continuar con sus labores.

Lee: Los pescadores capturan más de 41 millones 800 mil dólares de langosta en Baja California

“Nosotros nos dedicamos al camarón grande, que es el que vale más en el mercado americano y los que traen chico puedes traer más volumen”.

Comentó que para lograr una buena pesca, se depende de varios puntos clave, como buscar las zonas de mayor producción y sin moverse con el “chango”.

Sin embargo, hay quienes no tienen la misma suerte, y el camarón que capturas es muy poco que no alcanza a cubrir los costos de operación del barco principalmente el diesel marino.

“Hay mucho barco que no les tocó agarrar camarón los primeros días y lamentablemente habrá más desempleo ya que los dueños de los barcos ya no quieren arriesgarse a perder más dinero”.

Cristian, al igual que el resto de los pescadores, alista las redes para salir nuevamente a las capturas en un viaje que durará entre 35 y 40 días en altamar, aunque sin “pavos”.

“No sabemos cuándo vayamos a salir, dicen que está muy escaso el diesel y que están batallando para conseguirlo, para surtir hay unos barcos que ya tenían como cinco días y apenas los surtieron, dependemos de eso”, dijo.

“Mi familia ya está acostumbrada a mi ausencia durante la temporada camaronera, pero mi hija es quien más me extraña y me reclama que regrese”.

En sus nueve años como pescador, no le ha tocado vivir un huracán afuera, con “Pamela” entraron a puerto a resguardarse, pero el viento sí se sintió fuerte, la mayoría de las tripulaciones se quedaron en los barcos para estar al pendiente de ellos.

“Aunque estaban amarrados, se golpearon, parecíamos pelota de ping-pong, rebotando unos barcos con otros, la mayoría nos quedamos en los barcos, para cualquier cosa que se soltara y poder hacer maniobras”, contó.

Una vez que se reanudaron las capturas, las redes salían llenas de basura, ya que con las intensas lluvias los ríos arrastraron muchos desechos de todo tipo.

Señaló que “hay compañeros que sacaron un carro y también salen refrigeradores, estufas, ropa, para el lado de los hoteles salen bikinis y loza”.

El joven ve mucha incertidumbre en su actividad, no sabe si la próxima temporada tendrá trabajo en altamar, o si de plano, por lo incosteable que resulta, serán mínimas las embarcaciones que salgan a la pesca.

Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

Publicidad

Trends

Publicidad