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La Ciudad de México tiene cerca siete rutas que todo ciclista de montaña debe explorar

Para alejarse de la cotidianidad y darle rienda suelta a la aventura, se se realiza en circuitos naturales, generalmente a través de bosques

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Foto: Cortesía

Aire fresco, libertad, bellos paisajes, emocionantes ascensos a más de tres mil metros sobre el nivel del mar a coste cero o a cambio de una buena quema de calorías, se vive en siete rutas ciclistas de montaña cercanas a la Ciudad de México para los ciclistas recién iniciados o expertos.

El Nevado de Toluca, El Ajusco, Paso de Cortés, Los Dinamos, El Desierto de los Leones, el Centro Ceremonial Otomí y La Malinche son terrenos que no le piden nada a lugares como los Pirineos de España o la British Columbia Bike Race de Canadá.

En un recorrido, los miembros de la expedición tomó gorros, chamaras gruesas o simples rompevientos para hacer frente a temperaturas frías, no gélidas, pero sí capaces de meter a los poco acostumbrados a las mismas en predicamentos si se acudía al igual y como se hace en una tarde de verano en la ciudad.

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La ruta arrancó en el Nevado de Toluca, a 120 kilómetros de la Ciudad de México, casi dos horas en automóvil hasta llegar al Parque de Los Venados desde donde se emprendería el ascenso. Ahí, a tres mil 600 metros sobre el nivel del mar y tras cubrir la entrada de 50 pesos por persona en el parque nacional, se puso en marcha la aventura.

El camino compuesto en su mayoría por terracería, tierra suelta y piedras se hacía más demandante por la pendiente; pero nada del otro mundo porque la rodada era continua; sí, por momentos se descansaba porque el ascenso se debía de hacer con respeto: a un buen ritmo, aunque tampoco extenuante porque existían chances de caer presa del llamado mal de montaña… pues de la entrada del parque hasta el refugio se alcanza una altitud de casi 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar, casi la mitad del tamaño del Everest.

La altura en la ruta también quedaba en evidencia con los paisajes, ya que si en los primeros kilómetros se apreciaba el aroma y vista de los pinos, la situación cambió arribando al refugio, rodeado éste por helechos y arbustos, los cuales se han acoplado tan bien a la demandante presión de la altura como para seguir creciendo ahí.

En ese tramo, la bici de montaña o el Cross Country, esa modalidad del ciclismo de montaña donde se rueda en senderos amplios y haciendo en su mayoría tramos en subida, ahora cambiaba a la ruta porque por delante esperaban otros siete kilómetros para rodear el cráter del Nevado hasta llegar a las lagunas del Sol y de la Luna, donde la primera parte de la travesía se completó, pues aún aguardaba el descenso donde esperaban velocidades de hasta 40 kilómetros por hora o más y en donde mucho se agradeció para hacerles frente el contar con frenos de disco y no de goma (como en el siglo pasado).

Hablando de descenso, el mismo era conveniente realizarlo entre las 13:00 y 15:00 horas debido la temperatura. Si la expedición descendía después de dicha hora se exponía a temperaturas más bajas y corrientes de viento más bravas.

Pero la del Nevado de Toluca no es la única opción en el Estado de México para el ciclismo de montaña. También está ahí el Centro Ceremonial Otomí, el mismo lugar donde los más grandes boxeadores de este país han acudido o van a hacer campamento de montaña en búsqueda de piernas, resistencia y fondo físico.

Desde Toluca hasta Temoaya, Estado de México, donde se encuentra el centro, hay casi 44 kilómetros de distancia, algo así como hora y siete minutos si se va en automóvil.

Cerca del Centro Ceremonial Otomí hay una ruta ciclista con una elevación de dos mil 800 msnm, la cual corre desde la carretera. En dicho lugar se celebra una carrera llamada Reto Centro Ceremonial Otomí, la cual se corre una vez al año y consiste en conquistar diferentes puertos de montaña.

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El segundo día la travesía llevó al Ajusco, al sur de la Ciudad de México y a casi 47 kilómetros de distancia desde el centro de la Gran Tenochtitlan, donde hay un terreno idóneo para hacer desde Cross Country, Downhill (descensos lo más rápido posible por raíces o rampas) y hasta All Mountain (ascensos/descensos por senderos naturales) a partir del Parque San Nicolás Totolapan.

La subida para La Virgen, según analizó el equipo, era buena para el Cross Country porque presentaba un desnivel de dos mil 900 hasta los tres mil 100 metros sobre nivel del mar, justo para aquellos deseosos de probar su condición y mejorarla como comentó el biólogo Emiliano Arroyo, quien junto con un grupo de amigos de forma semanal se organiza para hacer una ruta particular, estadio Olímpico México 1968-El Ajusco.

“Es una subida bastante fuerte, exigente porque hacemos 30 kilómetros de subida y enfrentamos unas pendientes que te piden técnica. Además, acá estamos a casi 3 mil 800 metros sobre nivel del mar y es ahí cuando presumes una doble carga porque aparte de la pendiente, pues te enfrentas a la altitud”, apuntó.

“Además, la bici te da una sensación de libertad única que la gente debe de intentar. Tampoco por el miedo a los autos te debes de limitar, pues te pierdes de un ecosistema único, pero ante todo les recomiendo salir acompañado, por cualquier accidente o una ponchadura que se pudiera presentar”, agregó.

Quienes llegan al valle, y según con la bicicleta con la cual se cuente, emprenden el descenso por la carretera o a través de los senderos dependiendo de lo extremo o experto que se sea. Todo esto entre una temperatura oscilante entre los cinco y los 18 grados Celsius.

Por lo tanto, desde ahí se debe de emprender la ruta con rompevientos y estar preparados para los aguaceros veraniegos.

El Ajusco, cabe destacar, cuenta con 115 kilómetros de caminos, ideales para fondo y resistencia o simplemente para practicar cualquier tipo de ciclismo de montaña.

Además, ofrece la oportunidad de ir desde ahí a otros parques como El Desierto de los Leones o Los Dinamos.

Pero para quienes llegan sin bicicleta y simplemente desean un paseo por los parajes del Ajusco hay la opción de rentar una bici por 20 pesos la hora. Aunque se debe de llegar temprano para escoger los mejores vehículos, pues conforme pasan los minutos a partir de la apertura las bicis se van agotando.

Desierto de los Leones y los Dinamos El Desierto de Los Leones es un lugar ecológico y turístico hacia el poniente de la Ciudad de México, ubicado en la alcaldía de Cuajimalpa. Ahí es común observar ciclistas haciendo ruta por la carretera hacia el exconvento, pero también Trail por las veredas del bosque.

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Respecto a esas veredas o rutas, éstas han sido bautizadas por los ciclistas de acuerdo con su grado de dificultad como Hiper Muro, Tierras Negras, Abrazo Largo y hasta Pablo Honey, sí, como el primer disco de Radiohead.

En cuanto a Los Dinamos, parque nacional ubicado a 25 kilómetros al sur de la capital del país, se debe de ir hasta el segundo, tercer y cuarto dínamo por dentro del bosque para hacer ciclismo de montaña y por la carretera en caso de apostar por la de ruta. Ahí esperan 3 mil 70 metros sobre el nivel del mar, buenos para escalar y subir el nivel de entrenamiento.

En cada dinamo se encuentra una división que indica el nivel de dificultad, pero también puestos de comida. En caso de ir en coche y llevar camioneta o automóvil con bicicletas encima y realizar DownHill por dentro del bosque, se paga una tarifa de 20 pesos por coche y de 15 pesos por bicicleta a partir del segundo dinamo.

Paso de Cortés, a 500 años La ruta culmina en un lugar histórico, Paso de Cortés, desde el cual se dice que el conquistador español presenció hace 500 años la magnificencia de la Gran Tenochtitlan tras llegar ahí con el fin de evitar una emboscada. Por tal razón, optó por cruzar por el medio de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Medio milenio después de aquel suceso, ahora se sube en bicicleta y no a caballo al punto donde según Bernal Díaz del Castillo, soldado de Cortés y autor del libro Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, los españoles se pusieron en marcha para hacer la guerra contra el imperio mexica.

Díaz del Castillo habla de lugares como Amecameca, Tlalmanalco, Chalco y Chimalhuacán, plazas sometidas por los aztecas, perfectas para forjar alianzas entre los nativos de estas tierras con los españoles y desde donde hoy llegan ciclistas al histórico paso.

De Chalco, Chimalhuacán y hasta de la Gran Tenochtitlán o Ciudad de México, los corredores arriban por carretera tras más de 100 kilómetros de recorrido y un ascenso de 3 mil 600 metros sobre el nivel del mar. Quienes suben por el lado de Xalitzintla, Puebla, se enfrentan a un terreno lleno de terracería practicando sin saberlo el All Mountain como lo hace, cada 15 días, Armando Martínez Ramírez.

“Es un hábito que tengo, el de ‘me gusta sufrir’, pero que me sirve para relajarme de todos los problemas que tengo o tenemos. A mí me motiva la naturaleza, sé que habrá dolor y las piernas se me doblarán, pero todo está en la mente”, explicó a metros de llegar a Paso de Cortés, tras encontrarlo por segunda vez y luego de rodar juntos kilómetros abajo.

 “Pero llegando allá arriba se me quita el dolor, descanso. Además, lo hago paso a paso, a mi ritmo y paro cuando siento que mi corazón va muy rápido, no sea que me vaya a dar el ‘cardiacazo’; así que me bajo de la bicicleta y camino o simplemente descanso”, añadió entre risas este digno ancestro de los cholultecas.

Por la ruta de Armando, los ciclistas no ascienden por un terreno parejo, lo hacen sorteando el camino como si se tratara de una carrera de obstáculos, haciendo más difícil la escalada. Por tal motivo, no hay muchos ciclistas subiendo por dicha vía a pesar de ser domingo.

Si bien la subida por Cholula-Nealtican-San Nicolás de los Ranchos-Xalitzintla es coronar una cumbre con alto grado de dificultad, el descenso es un reto al peligro porque se baja a gran velocidad y en un terreno nada amigable. Para muchos esa bajada es digna del Trail, una modalidad entre el Cross Country y el All Mountain, donde se lleva un ritmo moderado apto para principiantes o avanzados.

Así la travesía montañosa cercana a la Ciudad de México quedó completa, donde las ruedas y los parajes calman la vorágine del trabajo y la pandemia.

El parque nacional La Malinche en el estado de Tlaxcala, a tan sólo 150 kilómetros de la Ciudad de México, es otro de los lugares para el ciclismo de montaña sin importar si uno es un ciclista principiante o avanzado.

Sólo el ascenso le lleva a una persona entre tres o cinco horas y tal vez dos o tres de descenso, lo cual es perfecto para mantenerse en forma o entrenarse para otros retos. Este parque nacional está abierto de 8:00 a 17:00 horas.

En La Malinche de forma anual se organiza la carrera conocida como la Gran Maratón Mazatl Bike, la cual reúne exponentes de países como Colombia y Austria, además de México, por supuesto.

La justa se hace por la zona boscosa. Por lo tanto, se práctica la modalidad más conocida dentro del MTB: el Cross Country y su evolución, el Cross Country–maratón, donde se realizan recorridos de hasta 45 Kilómetros.

El ciclismo de montaña es un deporte de riesgo o extremo que se realiza en circuitos naturales, generalmente a través de bosques por caminos angostos con cuestas empinadas y descensos muy rápidos.

Alland Jhonnathan / El Sol de México

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