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La Opinión

La peligrosa nueva normalidad del Covid-19

Israel, Estados Unidos, Reino Unido iniciaron ya hace varias semanas su nueva normalidad levantando sus cuarentenas y restricciones

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Ahora mismo el mundo atraviesa por una etapa sanitaria muy engañosa respecto a los contagios y muertes por el coronavirus o Covid-19, esa nube ha provocado que los gobiernos en el mundo comiencen a acelerar las reaperturas en todos sus rubros y la nueva normalidad, con la idea de revertir las crisis económicas, sociales y psicológicas que provocó el encierro.

Pero las administraciones deben de ser cautas y estar pendientes de los pasos a seguir, la sola decisión de poner los semáforos sanitarios en verde coloca a las poblaciones con un alto grado de riesgo de nuevos contagios, pese a que se ha recomendado seguir utilizando el cubrebocas y la sana distancia.

Son medidas certeras, pero no suficientes para contener posibles recontagios a escala nacional y mundial. Países como Israel, Estados Unidos, Reino Unido iniciaron ya hace varias semanas su nueva normalidad levantando sus cuarentenas y restricciones, pero también con un alto número de personas ya vacunadas.

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Por ejemplo, Israel reporta más del 70 por ciento de su población con, al menos una vacuna, algo similar sucede en Estados Unidos (epicentro del contagio), ambos son países ricos y potencias mundiales, el primero con un territorio y población pequeña, y el segundo exactamente lo contrario; ahora sus políticas de salud de ambos comienzan a cruzar sus fronteras.

Y todavía más importante, las farmacéuticas de Occidente, como Pfizer, han iniciado nuevas pruebas con sus vacunas para utilizarlas con niños de entre cinco y 11 años, lo que representa un nuevo paso para la inmunidad del rebaño, requisito necesario para el retorno a la llamada nueva normalidad. 

Pero esa tendencia y vacunación no sucede de la misma manera en todo el mundo, en los países en desarrollo y pobres, las vacunaciones aún están en pañales, en el mejor de los casos, en América Latina muchas naciones están esperanzadas en el programa de la OMS, llamado COVAX, al que las grandes potencias le han dado dosis y presupuesto, pero de a poquito.

En el peor de los escenarios, este año no habrá vacunas para algunos países de África, es más muchos habitantes no tienen referencia de la gravedad de la crisis sanitaria por la que atraviesa el mundo desde hace más de un año, sus necesidades están focalizadas en otro rumbo, en combatir la hambruna o el dengue, que cada año deja decenas, sino es que, cientos de miles de muertos por la falta de recursos.

Es importante de destacar, que la OMS y el mismo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, han buscado desde sus trincheras que las farmacéuticas que produjeron las vacunas contra el Covid-19, presten temporalmente sus patentes para agilizar la producción y distribución de los antídotos, con el único fin de acelerar la inmunización.

Pero la Organización Mundial de Comercio, apoyada por Alemania y las farmacéuticas, han creado un frente para que eso no suceda, pero Biden parece estar dispuesto a convertirse en el líder mundial contra la erradicación de la pandemia y anunció que EU va a compartir 500 millones de dosis que le compró a Pfizer para los países pobres.

La distribución de las dosis se realizaría en dos tandas: 200 millones este año y 300 millones en la primera mitad de 2022. Los beneficiarios serían 92 países de ingresos bajos y la Unión Africana, la que menos acceso tiene a los antídotos.

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No sólo eso, hace dos semanas el mandatario estadounidense también anunció otra donación de 80 millones de vacunas antiCovid para ser distribuidas globalmente, el 75% de las cuales serán repartidas por el programa COVAX en regiones como América Latina. De este lote hasta a nuestro país le tocó una tajada. Un millón de Johnson & Johnson.

Al igual que EU y algunos países de Oriente y Medio y Asia, Europa comenzó un proceso de reapertura y de nueva normalidad con algunos candados sanitarios que buscan reactivar las economías y revertir algunas tendencias como la falta de mano de obra presencial, pero en este momento la gente no siente la confianza de regresar a sus lugares de trabajo y eso ha provocado la falta de trabajadores en casi todo el mundo.

Pero en América Latina las cosas no son igual, Perú, Brasil, Argentina, Venezuela, Paraguay, Uruguay y Bolivia han registrado en semanas recientes repuntes importantes de personas contagiadas, Aunque de manera alterna algunos gobiernos de la región también se inclinaron por las reaperturas, la diferencia entre los países ricos y los que no lo son es que los primeros ya están vacunados, eso marca una pauta, que puede ser definitiva en el corto plazo.

Por supuesto que las reaperturas y la nueva normalidad apremia, pero lanzarse como el Borras ¡al hay se va!, no es como la mejor decisión para los gobiernos latinoamericanos, muchos de ellos con fuertes problemas por las carencias que ha revelado el Covid-19, las cuales ya estaban mucho antes de que estallara la pandemia.

Sólo por mencionar algunas, los sistemas de salud no pudieron frenar los contagios y muertes en la primera ola, por falta de insumos en casi todos sus hospitales y esto va desde México hasta la Patagonia y las pruebas de detección del virus siempre brillaron por su ausencia.

Y qué decir de algunos funcionarios que vieron la oportunidad para llevarse su tajada en la compra de equipo para atender los casos de Covid-19, peor aún, cuando las primeras vacunas llegaron a sus respectivos países decidieron que las dosis se les aplicarán primero a ellos, a sus familiares y a sus amigos. Vacunagate en Argentina o Perú.

Lo que se avizora con esta desventaja entre los vacunados y no, es que las economías de los países pujantes volverán a crecer en el corto plazo y las de las naciones en desarrollo y pobres deberán de esperar su turno y conformarse con lo que quede. 

La otra fórmula es como lo han venido haciendo varios gobiernos latinoamericanos de izquierda o de derecha, jugársela con las reaperturas, la nueva normalidad y el cambio de semáforos a verde para ver qué sale. ¡Quién quita es chicle y pega! O usted ¿qué cree?

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