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La Opinión

Las trabas para inmunizar y frenar la pandemia de Covid-19 en el mundo

El 0.3 % del total de las vacunas para frenar la pandemia de Covid-19 fueron a naciones pobres, dice la Organización Mundial de la Salud

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Las campañas de vacunación contra la pandemia de coronavirus o Covid-19, entran en su sexto mes de aplicación en el mundo con muchos problemas en la distribución equitativa, con algunos sectores sociales que han decido no inocularse y con reacciones adversas, como trombos.

Mientras, Estados Unidos puede presumir que ha aplicado más de 220 millones de dosis y de que abrió el rango de gente que puede ser vacunada desde los 16 años, hay países, principalmente en África, que este año no tendrán ningún tipo de antídoto para frenar la pandemia de Covid-19.

Según el mapa mundial de vacunación, África sigue a la espera de las vacunas, desde Libia, en el norte, hasta Botsuana, en el sur. Esas naciones ni siquiera aparecen en los registros de vacunación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La situación es similar en Asia Central y en países como Corea del Norte, Cuba y Bosnia-Herzegovina.

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De las más de mil millones de dosis contra el coronavirus que se han administrado en todo el mundo, el 82 por ciento se pusieron en países de ingresos altos y medios-altos, dijo, la semana pasada, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Apenas el 0.3 por ciento del total de las vacunas inoculadas hasta el momento fueron para residentes en naciones pobres. “Esa es la realidad”, afirmó Tedros durante una cumbre de salud virtual organizada por Portugal.

El acceso a las vacunas “es uno de los retos definitorios de la pandemia”, afirmó el máximo responsable de la agencia de salud de Naciones Unidas, añadiendo que la sanidad pública es “el pilar de la estabilidad social, económica y política”.

Con ese espíritu se fundó la iniciativa COVAX: los Estados miembros de la OMS se dividieron en 98 países más ricos y 92 más pobres. Para estos últimos, las vacunas están fuertemente subvencionadas o se ofrecen gratuitamente con fondos del primer grupo, pero es claro que ellos son la prioridad, y sólo hasta que lo crean pertinente, comenzarán a fluir las entregas de vacunas entre las naciones menos favorecidas económicamente.

En interés de la salud mundial, las vacunas deben utilizarse para lograr la inmunidad de rebaño contra el coronavirus en los rincones más remotos del mundo. Mientras el virus siga encontrando nuevos huéspedes sin protección, puede seguir mutando y, posiblemente, volverse resistente a las vacunas actuales en algún momento.

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Y para muestra un botón, el gobierno de India se relajó, en enero pasado, al señalar que le habían ganado la batalla al virus, tres meses después las mutaciones provocaron situaciones dantescas en la nación asiática.

Hace unos días, en las calles de Nueva Delhi se comenzaron a quemar cuerpos, ante el número desbordado de fallecimientos (205 mil) y 18.5 millones de contagios. En enero, el primer ministro Narendra Modi presumía que India era la farmacia del mundo, productor global de vacunas y modelo para otras naciones en desarrollo.

Hoy su gobierno enfrenta críticas por haber bajado la guardia, permitiéndose grandes fiestas religiosas hindúes y mítines electorales masivos al caer los casos por debajo de 10 mil por día, pero en marzo las mutaciones en ese país provocaron durante una semana completa nuevos récords de muertos.

Otro error fue ignorar los consejos de la OMS, recomendó una estrategia de contención que requería pruebas, rastreo de contactos, aislamiento y tratamiento. Si bien un puñado de estados, como Kerala (primer caso de Covid-19) implementaron tales medidas con éxito, la respuesta del gobierno central encabezado por Modi resultó en su aplicación desigual.

Hoy una buena cantidad de países cerraron sus fronteras a India. El país asiático inició una carrera a marchas forzadas para inocular a su población para tratar de contener los contagios y muertes por la pandemia de Covid-19, incluso México cedió un lote de vacunas de AstraZeneca ante el tsunami sanitario que viven.

A esta crisis de las vacunas hay que sumar que tanto Pfizer, como Moderna y AstraZeneca han presentado algunos problemas entre sus inoculados, sobre todo, relacionados con algunas trombosis cerebrales, eso abrió una nueva crisis entre algunos ciudadanos que decidieron no vacunarse ante ese riesgo. En cuanto a las inoculaciones chinas y rusas no se tienen reportes, al menos en Occidente, de reacciones peligrosas.

A ciencia cierta no hay, hoy por hoy, un censo con el número de personas en el mundo que rechacen cualquier tipo de vacuna, pero tanto en Europa como en Estados Unidos y en Asia ha habido protestas en contra de la aplicación de los antídotos y también de los confinamientos para frenar la pandemia de Covi-19.

Lo que sí es cierto es que los gobiernos en Occidente no se han quedado de brazos cruzados, Israel y Estados Unidos, por ejemplo, ya permiten no usar mascarilla o viajar a otros países, pero siempre bajo la condición de primero vacunarse, esas opciones convencieron a los sectores más jóvenes de las diferentes sociedades para vacunarse.

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El camino es todavía muy largo y complicado al igual que la inversión, se estima que los gobiernos gastarán unos 157 mil millones de dólares hasta 2025 en vacunas, pero por el momento lo que urge es que haya dosis suficientes, se prevén 9 mil 600 millones de unidades para finales de año, aunque el mundo registra 8 mil millones de habitantes.

El abasto de vacunas no está garantizado y mucho menos su seguridad médica, pero el no vacunarse puede crear un círculo vicioso que permitiría a las mutaciones seguir reproduciéndose y eso es lo peor que le puede pasar al mundo o ¿usted qué cree?.

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