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Baja California

Olivia Arreguín, la tijuanense que tejió una exitosa empresa esperando cruzar la frontera

Vicu, la empresa de Olivia, ofrece diversas piezas de tejido hechas con fibras naturales y lana de borrego criollo mexicano

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Olivia Arreguín Villa

Penélope tejió durante 20 años en espera de que su marido Odiseo regresara de la guerra de Troya, refiere el poema épico de Homero, y Olivia Arreguín Villa empezó a tejer también en espera, pero de cruzar la frontera de México a Estados Unidos por la garita de Tijuana-San Diego.

Al igual que las miles de personas que a diario cruzan la frontera más transitada del mundo, Olivia tenía que pasar horas haciendo fila para ingresar a Estados Unidos, por lo que decidió aprovechar ese tiempo de espera.

¿Cómo? Tejiendo.

Dispuesta a no desperdiciar un minuto más en las prolongadas filas de la línea internacional, Olivia Arreguín empezó a entrelazar hilos hasta crear una exitosa empresa para la comercialización de sus originales piezas de tejido bajo la marca Vicu.

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Olivia es una joven tijuanense con dos licenciaturas, una en danza que cursó en la Escuela Gloria Campobello y la otra en comunicación que estudió en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Pero lo suyo es tejer, un oficio que desde los 8 años de edad empezó a practicar con diversas técnicas que aprendió de su abuela paterna.

Ahora tejé por inspiración y para meditar, dice Olivia Arreguín, aunque nunca imaginó que ese pasatiempo la llevaría a establecer un negocio muy rentable al vender sus creaciones por todo el mundo a través del comercio electrónico.

Y es que las piezas que teje se venden en diversos países, desde Estados Unidos hasta Australia, desde las originales creaciones de adorables cachorros y llamas hasta cojines y tapetes, entre otras prendas.

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Esta emprendedora tiene su propio taller ubicado en la Zona Centro de Tijuana, pero su negocio lo inició con su marido para vender tanto en Tijuana como en diversos países por todo el mundo gracias a la Internet.

“En el 2009, cuando pasaba mucho tiempo para cruzar la frontera, empecé a tejer. Yo era la encargada de ir por mercancía para el restaurante de mi papá ‘La Cocina de Palermo’, y fue en la línea internacional donde se me empezó a hacer una obsesión”, contó Olivia.

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Vicu, la tienda de Olivia, ofrece diversas piezas de tejido hechas con fibras naturales y lana de borrego criollo mexicano, su principal materia prima, la cual obtiene de criaderos en Querétaro, donde los animales no son sacrificados, ya que sólo les cortan el pelaje para su venta.

“Empecé tejiendo con un gancho porque era lo que podía hacer en el carro, luego empecé a integrar más técnicas y después con telares hechos por nosotros mismos, telares de bastidor”, mencionó.

“Empecé a tejer en mis años universitarios, viendo a mi abuela, siempre tuve la imagen de mi abuela tejiendo”, recordó. “Desde los 8 años aprendí lo básico, después quise retomar la práctica del tejido y recurrí a YouTube, gracias a esa plataforma es como me formé, soy autodidacta”.

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Para Olivia Arreguín tejer es meditar porque pasa mucho tiempo enfocada. También cree que es una actividad no exclusiva de las mujeres de edad avanzada.

Las almohadas son los artículos que más comercializa por lo que ha creado una colección de cinco piezas que llevan nombres derivados de especies de llamas: Vicu, Rizu, Suri, Tuba y Nube.

“Es el producto que más vendemos”, recalcó. “Las vendemos en todo el mundo, en tiendas en Estados Unidos, Australia, Inglaterra y hasta en Dubai”.

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El proceso de elaboración de una pieza es complicado, ya que antes de empezar a trabajar el estambre se tiene que lavar, secar al sol, teñir y devanar o enrollar el hilo para que esté listo para tejer utilizando diferentes técnicas que lleven a la creación de una pieza original. “Son muchas horas de trabajo, es cansado, pero vale la pena el resultado”, concluye Olivia Arreguín.

Por Yolanda Morales

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