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Inclasificables

Los migrantes adaptan su alimentación para sobrevivir a la crisis de Covid-19

La alimentación es uno de los muchos retos que enfrentan las familias migrantes, no sólo por los alimentos sino por el precio que han alcanzado en Tijuana, Baja California ñ

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Carencias alimentarias Tijuana

TIJUANA, Baja California. Es domingo por la tarde y toda la familia está reunida para comer su alimentación. Es uno de los pocos días de la semana que pueden hacerlo, porque es el descanso de Damián. Es quien sostiene al hogar que formó con Mireya y sus dos hijos de 7 y 13 años de edad.

En una pequeña estufa junto a la puerta hay dos cacerolas, una con carne de cerdo en salsa a base de tomatillo, otra con frijoles negros enteros. Más tarde llegan las tortillas de maíz calientes y la bebida. Tres litros de refresco de cola y dos litros más de sabor manzana.

“Nos gusta mucho el agua de sabor, pero no sirve muy bien el refri”, dice Mireya buscando justificar la decisión de comprar refrescos con alto contenido de azúcar, hoy sumamente cuestionados.

Lee: Hoteleros de Tijuana perdieron 100 mdp cada mes por el coronavirus https://cobertura360.mx/2020/11/08/baja-california/hoteleros-de-tijuana-perdieron-100-mdp-cada-mes-por-el-coronavirus/

Y ese refrigerador que no funciona correctamente, de más o menos un metro de altura, sirve también como alacena para la familia. Sobre él hay, entre otras cosas, dos cajas de gelatina en polvo, una bolsa de cereal, tortillas de harina, una lata de atún, un paquete de pasta y una bolsa mediana de papas fritas.

David sostiene a su familia con un sueldo de 2 mil 200 pesos semanales en la construcción, que se destina principalmente a alimentación; usa 2 mil 700 pesos mensuales para pagar la renta y mil 500 a la semana para despensa.

“La verdad sí está muy difícil porque todo está muy caro. Yo aquí bajo al sobreruedas que me queda cruzando (…) allá con menos dinero compraba más ”, comenta Mireya, la responsable de la dieta familiar. https://www.profeco.gob.mx/precios/canasta/default.aspx

Llegaron a Tijuana de Michoacán hace siete meses huyendo de la violencia con la intención de pedir asilo en Estados Unidos, pero se encontraron con la restricción de cruces y trámites en la garita internacional a causa de la pandemia.

No han decidido aún si se quedarán en esta ciudad. Han visto varios cambios, el principal, en la alimentación: extrañan la frescura y el precio de los alimentos de su tierra, conocida principalmente por las carnitas de cerdo y el aguacate.

Mireya dice que el platillo más pedido por sus hijos son las enfrijoladas y que la comida rápida no es algo común en la alimentación.

“Por ahí cuando se les antoja una pizza, pues sí la compramos aquí abajito. Pero lo que acostumbramos son sopitas aguadas, frijolitos, chilaquiles, lentejas. Les vengo haciendo lo más básico: papitas en recaudo, huevito con jamón. Ahí le ando variando”, comenta.

Tampoco es que sean exigentes, añade luego de que Damián saboreé el recuerdo de un bistec acompañado de nopal asado. “Me desayuno solo un café o un pedacito de birote nada más. Y ya hasta el lonche (…) once, doce almorzamos”, comenta él.

Carencias alimentarias
Alimentos

Y mientras inicia el día en la obra, en su casa el desayuno para Mireya y sus hijos es regularmente huevo, sopa aguada o frijoles, cuenta ella.

Los hijos y su padre tienen una alimentación común, el birote, pero ellos lo acompañan con licuado, cuando no beben leche con plátano, pan dulce o galletas María para cenar.

Por eso junto a las tortillas son los alimentos más consumidos en el hogar: estiman que son hasta 10 kilos de tortilla y unos 20 litros de leche por semana.

Los niños toman hasta dos litros diarios de leche Liconsa que cuesta 14 pesos por litro, y los padres compran leche de galón para ellos.

Extrañan los “pajaretes” de leche bronca y ahora se habitúan a la alimentación de una frontera donde los alimentos procesados son más comunes que en su pequeño poblado de Michoacán.

Así se preparan para cerrar el año, deben decidir qué cocinarán para la cena del 24 de diciembre y será también la primera festividad decembrina que la familia pase fuera de su hogar.

“Un pozole”, sugiere Damián para la cena navideña, aunque su petición no tiene mucho éxito. Quizás es pronto todavía para tomar esa decisión.

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