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La flor de cempasúchil es un sol oscurecido por la crisis sanitaria de Covid-19 en San Luis Potosí

Los originarios de Charcas, con nueve años de experiencia en siembra, cosecha y venta de cempasúchil, afirman que antes sí era negocio

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La flor de cempasúchil es muy tradicional en el Día de Muertos. / Fotos: El Sol de México

SAN LUIS POTOSÍ, San Luis Potosí. Los campos y huertas en San Luis Potosí ya se pintan de naranja, amarillo e índigo. En ellos, la vida y la muerte se trazan en cada pétalo de las flores de cempasúchil que nacen de la tierra fértil y trabajadora de los edificadores de la siembra.

José Perfecto y Francisca Mendoza, quienes son originarios de Charcas, desde hace nueve años ocupan su tiempo completo en trabajar la cosecha, siembra y venta de los también conocidos claveles de muerto en ejidos de Soledad de Graciano Sánchez.

Desde el mes de agosto, menciona Francisca, preparan la tierra para sembrar el cempoal, pues dice que hay que aprovechar esas semanas de lluvia para que nazca y crezca la flor.

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“Es muy difícil cuidar la siembra y que se dé la flor. El cempasúchil es muy delicado y hay que protegerlo para que pueda ser cortado en estas fechas”, remarcó.

Anteriormente la familia de Perfecto y Francisca se dedicaba a la siembra de verduras, pero vieron en el cempasúchil una importante entrada económica, que con el pasar de los años ha ido decreciendo y aunado a eso, los compradores directos han reducido mucho el costo de su venta.

“Se corta y entrega el cempasúchil a un precio directo con el vendedor y ya ellos la comercializan después de que lo recogen de las huertas”.

“Antes le ayudaba a mi marido, hoy él se dedica a tiempo completo a la huerta. Es difícil porque ya no compran al costo de antes, y ahora se vende por muy poco”. Y es que doña Francisca desde hace tiempo ya no comparte con su familia el momento de la siembra y la corta de las flores de cempoalxóchitl, debido a una grave caída que le ha impedido continuar con sus actividades.

Es por ello que el señor José Perfecto, capataz de la huerta, es ahora quien se encarga de su producción. “Antes sembrábamos verdura, como calabacita, zanahoria y, hasta frijol y maíz, mismos que cosechábamos con riego de pozo. Pero como siempre todo se trabaja por temporadas”.

“Las “flores de muertos” se cultivan a inicio de las lluvias de finales de julio principios de agosto, para tenerlas listas a mediados de octubre. El resto del año es normal que estas huertas sean utilizadas para la siembra de maíz”.

Normalmente, indica Francisca, los terrenos de siembra de la flor de muerto son rentados por lapsos que comúnmente otras personas los ocupan para sembrar este tipo de plantas silvestres. “No todos son productores, la mayoría ponen a disposición sus huertas, vienen, siembran y se preparan para vender”.

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Un trabajo prehispánico y ceremonial vigente

Es en punto de las siete de la mañana que comienza el trabajo. Los cortadores se preparan para recoger las flores de cempoal que miden entre 30 y 110 centímetros de alto, mismas que se han cosechado hace más de 90 días y han tardado 50 días más en crecer.

Son tijeras largas las que se utilizan para cortar el tallo de esta planta ancestral y según indica la familia Mendoza, hay que hacerlo a la altura del suelo. El cempasúchil no tolera la sombra intensa y por ende es muy común que sea cortada en plena la luz del día. Su semilla se adapta a cualquier tipo de tierra, sin embargo requiere de ciertos cuidados.

También las hay de diferentes formas y colores, hay que saber diferenciarlas, refiere doña Francisca. Una de sus principales características es que el cempoal viene agrupado y tiene color amarillo y naranja en algunos casos. La mayoría de las flores tienen un diámetro de cinco centímetros y tallos con ramas prominentes.

De igual manera, también se cultiva la flor de terciopelo, que es parecida al clavel de muertos. Sus pétalos tienen una textura suave y tersa. A diferencia del cempasúchil (que es una planta prehispánica), la flor de terciopelo es de origen asiático y con el tiempo fue adoptada en esta tradición mexicana.

La comercialización de la “damasquina” amarilla se da en diversas formas. Algunas familias productoras disponen de mesas a las afueras de las vallas de las huertas, para que los conductores se detengan y adquieran algunos ramos de 20 o 50 flores.

Otros llegan en amplias camionetas de redilas, donde se las llevan por kilos estas plantas cargadas de tradicionalidad, para disponerlas a la venta en los principales mercados de la entidad.

Su precio varía, pues al pasar por varios intermediarios, su costo suele aumentar. Actualmente las macetas de cempasúchil con dos o tres flores, tienen un costo de 49 pesos. El ramo con 10 flores recién cortadas se vende a 30 pesos. Una tonelada de la también llamada “flor de 20 pétalos” podría tener un costo inferior a los 100 mil pesos, -muy por debajo del precio al que se ha comercializado otros años-.

Francisca y Perfecto prevén que caiga un poco la venta -debido a la pandemia-, añaden que es notorio porque, “Ya casi se acerca la fecha y se nota que muchos no las compran, esta situación desfavorecerá a cientos de floricultores”.

Asimismo hace unos días la Dirección Rural y Agropecuaria del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, estimaba una pérdida del 50 por ciento en ventas para los productores de cempasúchil, a pesar de que los mismos no sembraron la misma cantidad que otros años, debido a la crisis sanitaria. Por ende estiman en total un 80 por ciento de merma en la cosecha.

Hoy día en la entidad se producen y comercializan más de 35 especies de “flor de muertos” en temporada. Mexquitic, Soledad de Graciano Sánchez, Villa de Arista, Moctezuma, Cedral y Santa María del Río son los municipios que mayor cantidad de productores de cempasúchil.

Esta temporada, tal vez no se trace el sendero dorado por el cual año con año transitan los ancestros el Día de Muertos. Ahora, sobrevivir a la pandemia y a una latente crisis económica es la encomienda de los productores de “flor de muerto”.

Datos

-Su nombre viene del náhuatl que significa flor de 20 pétalos

-Por sus vibrantes colores que pasan desde naranja, amarillo y hasta dorado simbolizan la luz del sol que iluminan el camino de las ánimas hacia la Tierra

-Es una planta prehispánica que en el siglo XVI fue llevada por los conquistadores españoles a Europa

Alejandra Ruiz |Organización Editorial Mexicana

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