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La Opinión

La oposición en México debe leer el libro del embajador Michael McFaul

La oposición debe comprender que el “reset” en México ya pasó y debe reconfigurar su posición frente a Andrés Manuel López Obrador

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Jacques Coste
AMLO impulsa una agenda unilateral cuando se acerca a la oposición.

Hay un libro que varios sectores de la oposición en México harían bien en leer. Es curioso. La obra no tiene nada que ver con México. No menciona al país en ningún momento y quien lo escribió no ha tenido una actividad profesional relacionada con México o los mexicanos. 

Sin embargo, el texto aporta valiosas lecciones sobre pragmatismo político y capacidad de adaptación para la oposición en México. El libro al que hago referencia es From Cold War to Hot Peace de Michael McFaul.

En este escrito, el autor reflexiona sobre sus vivencias durante el gobierno de Barack Obama, período en el que ocupó los cargos de asesor para asuntos rusos de la Casa Blanca y embajador de Estados Unidos en Moscú.

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Entre otros temas, el autor explica cómo fue cambiando una política conocida como “Reset” conforme fue avanzando la presidencia de Obama.

El nombre de la política responde a una analogía: Washington buscaba oprimir el “botón de reinicio” en su relación con Moscú. Había que dejar a un lado las viejas tensiones de la Guerra Fría y los tropiezos que se produjeron mientras la Federación Rusa se consolidaba para dar paso a una nueva etapa de colaboración entre la Casa Blanca y el Kremlin.

No se trataba de coincidir en todos los asuntos, pues se reconocía que había ciertas diferencias irreconciliables entre ambos países.

Más bien, se proponía trabajar conjuntamente en los asuntos en que hubiera espacio para la cooperación en aras de obtener beneficios para ambas partes.

También se buscaba promover un acercamiento gradual en áreas que eran tradicionalmente ajenas a la colaboración entre Washington y Moscú.

Según McFaul, entre 2008 y 2012, cuando Dimitri Medvedev y Barack Obama coincidieron como presidentes de ambos países, el “Reset” fluyó de manera tersa y alcanzó logros sustantivos.

El éxito principal fue la renovación y profundización del tratado STAR que establece límites y mecanismos de vigilancia recíproca en el armamento nuclear de ambas potencias.

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En esos cuatro años, Washington y Moscú también cooperaron activamente en el combate al terrorismo internacional, aumentaron los flujos bilaterales de comercio e inversión y celebraron reuniones constantes entre ambos mandatarios y entre funcionarios de alto nivel de diversas áreas de gobierno, desde defensa y seguridad hasta relaciones exteriores, agricultura y turismo.

Sin embargo, con el regreso de Vladimir Putin al Kremlin en 2012, el panorama de la relación bilateral cambió radicalmente.

Desde la perspectiva de McFaul, Putin llegó al poder con un férreo discurso antiestadounidense, el cual utilizó como mecanismo de cohesión interna en Rusia.

Esto ocasionó que la continuación del “Reset” fuera inviable: un mecanismo de cooperación bilateral se sustenta en la voluntad de ambas partes; si una de las dos no quiere trabajar conjuntamente, la colaboración se acaba.

Ante este cambio de escenario, McFaul recomendó a la Casa Blanca ajustar su estrategia. Había que conservar las áreas del “Reset” que siguieran siendo funcionales, pero había que dar un paso atrás y dejar de promover la colaboración en otros rubros.

El escepticismo de Putin hacía que ciertos esfuerzos de cooperación fueran inútiles y le daban al presidente ruso la oportunidad de aumentar su poder en la relación con Estados Unidos, por lo que resultaban contraproducentes para Washington.

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Con Putin en el poder, era preferible alejarse un poco del Kremlin para evitar que el presidente ruso tuviera “la sartén por el mango” en la relación bilateral y para que Washington ampliara su espacio de maniobra en términos de comunicación política para contrarrestar la retórica antiestadounidense en Rusia y evitar que ésta permeara en el sistema internacional.

Varios sectores de la oposición en México harían bien en adaptar el consejo de McFaul a su propia realidad.

Durante la campaña presidencial y el período de transición de 2018, Andrés Manuel López Obrador operó una política similar al “Reset” con varios actores que tradicionalmente se le oponían: las cámaras empresariales, las organizaciones de derechos humanos, la academia, los intelectuales, los medios de comunicación y algunas figuras políticas de centro.

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Los actores de oposición en México deben comprender que el “reset mexicano” ya pasó. Deben tomar lo poco que lograron obtener de él y reconfigurar su posición ante el lopezobradorismo.

En este momento, AMLO se vale de su acercamiento con ellos para impulsar su propia agenda, con fines unilaterales. La cena con los empresarios para que compraran boletos de la rifa del avión presidencial es buena muestra de ello.

Como bien dice Mc Faul, “hicimos lo que pudimos cuando las condiciones eran adecuadas […]. Pero esas condiciones habían cambiado, nos teníamos que adecuar a ellas”.

A veces, dejar de cooperar en ciertos rubros y alejarse de la contraparte permite tener mayor margen de negociación y acción.

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