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La Opinión

El rey emérito desprestigió a la monarquía en España

La partida de Juan Carlos I, rey emérito de España es un plan mediático para recomponer el prestigio de la monarquía española

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La coronación de Juan Carlos I se produjo dos días después del fallecimiento de Francisco Franco.

De por sí cuando el rey Felipe VI asumió el control de la monarquía española, el prestigio de esta ya estaba arrastrando la cobija, por lo que entonces eran rumores de infidelidades y corrupción del Juan Carlos I, pero nunca como antes esa institución como hoy está por los suelos y sumando voces en contra. 

El 2 de junio de 2014, parecía que el anuncio de la abdicación de Juan Carlos I zanjaría el escándalo que se avecinaba para esa institución en España, pero más bien esa fue la mecha que encendió el fuego que hoy arde en la Casa Real.

Pese a que el monarca Felipe VI ha hecho hasta lo imposible por apartarse de su “bonita” familia real, la distancia no lo ha inmunizado del todo y es que un día sí y otro también los escándalos de corrupción son el pan de cada día. Hay un marcado distanciamiento familiar que las revistas del jet set siguen con particular sigilo.

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La partida del rey emérito de España es un plan mediático para recomponer el prestigio de la monarquía española. Pero se habla de que su partida la negoció con su hijo –el actual monarca, que dicho sea de paso tiene una buena reputación entre los españoles– para ponerse a buen resguardo y lejos del alcance de la ley.

Aunque el misterio de su nuevo domicilio abrió también otra disputa en España, se habla que Juan Carlos I puede estar en República Dominicana o en las Bahamas, en este último lugar el monarca emérito ha transferido dinero de manera ilícita a través de una fundación, de acuerdo con la prensa española.

La fundación se convirtió en la forma favorita de algunos miembros de la realeza española para amasar dinero. La hija del rey emérito, Cristina de Borbón, junto con su esposo  Iñaki Urdangarin, protagonizaron hace unos años el escándalo de corrupción más mediático en España, en el llamado caso Nóos.

La realidad es que el rey emérito no está siendo investigado a la fecha oficialmente, aun cuando la justicia en España y Suiza examina de cerca sus cuentas tras las revelaciones de su ex amante Corinna Larsen, quien es el motivo de que la reina Sofía tenga años de no cruzar palabra con Juan Carlos I.

En el safari que realizó el monarca emérito a Botsuana en 2012, en uno de los peores momentos económicos de España, desató la ira de la reina. En aquel viaje también iba Corina, si uno debe fijar una fecha de la debacle de este personaje, ese año puede ser clave.  

En las grabaciones hechas aparentemente sin su consentimiento y divulgadas por medios españoles en 2018, Corinna, que prefiere utilizar el apellido de su antiguo marido zu Sayn-Wittgenstein, afirmaba que el rey emérito poseía cuentas secretas en Suiza y  recibió una jugosa comisión por la concesión a empresas españolas de un contrato para construir un tren de alta velocidad en Arabia Saudita en 2011.

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En marzo de 2020, el diario suizo la Tribune de Genève reveló que en 2008 el rey Abdalá de Arabia Saudita transfirió 100 millones de dólares a una cuenta del banco suizo Mirabaud perteneciente a una fundación panameña de la que el rey Juan Carlos era beneficiario.

Según el diario, el entonces monarca utilizó esta cuenta hasta su cierre en 2012, cuando donó 65 millones de euros a Corinna Larsen, quien utilizó el dinero posteriormente.

La Tribune afirmó que un fiscal en Ginebra abrió en 2018 una investigación penal por “sospechas de blanqueo de dinero agravado” por estas transacciones e inculpó a Larsen, al banco Mirabaud, a un abogado y a un hombre de negocios. Pero no al rey emérito, que se había movido por debajo del agua con bastante éxito,  incluso ocupaba a su ex amante como testaferro.

Hay muchas pruebas que demuestran que Juan Carlos recibió grandes sumas de las monarquías del Golfo, de Kuwait a Omán pasando por Arabia Saudita, como afirma la prensa. Habría que probar que no se trató de regalos sin contrapartida, algo que sería legal.

Si la justicia demostrará lo contrario, el rey tendría que haber utilizado dichos fondos, invirtiéndolos o pasándolos de un banco a otro, luego de haber abdicado en 2014. Hasta ese año, gozó de inmunidad en tanto que jefe del Estado.

Se antoja difícil probar que fue una comisión el dinero saudita, entregado a Juan Carlos I en 2008, tres años antes de que el contrato lo ganara un consorcio español.

Quedaría la pista del fraude fiscal. Si el rey emérito mantuvo su fortuna en el extranjero sin declarar en España, las autoridades españolas podrían acusarlo de fraude, pero solo si no han transcurrido los cinco años en que prescribe ese delito.

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De todas maneras, aún sin una investigación abierta, las sospechas sobre el dinero opaco del rey emérito fueron suficientes para que en junio el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, hablará de informaciones “inquietantes” que “nos perturban a todos”.

También se tienen reportes de cómo los tentáculos del monarca español en retiro tocaron suelo mexicano, de acuerdo con el diario español OK, cobró un moche de 4.2 millones de euros por mediación para OHL en un negocio inmobiliario en Playa del Carmen.

Por ley, los reyes no pueden ser investigados en España; aunque esta operación de alrededor de 4.2 millones de euros, se supo porque las autoridades suizas, declararon al primo del rey, Álvaro de Orleans, quien declaró a la fiscalía suiza, que Juan Carlos I creó una empresa “fantasma” para triangular los recursos.

“Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional”, esas fueron las palabras que Juan Carlos I de Borbón pronunció el 22 de noviembre de 1975 cuando tomó posesión de su cargo.

El acto de coronación de Juan Carlos I se produjo dos días después del fallecimiento de Francisco Franco, con quien se cerraba una era de brutalidad y corrupción de 40 años. La instauración de la monarquía daba nuevas esperanzas a España, pero 45 años después las ilusiones están rotas.

El 3 de agosto, el rey Felipe VI anunció que su padre abandonaba España “ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de su vida privada”. La lucha del actual rey es muy grande y difícil para poder revertir el batidillo que dejó su papi.

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