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Baja California

Una cuerda floja a 150 metros de altura une la frontera México-EU

The Imaginary Line es un cortometraje dirigido por Kylor Melton, que narra la travesía de 11 personas por el Río Bravo, entre la frontera de Chihuahua y Texas, para colocar una cuerda de nylon en dos extremos del Cañón de Santa Elena.

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HERMOSILLO, Sonora. En medio de un contexto que divide a las personas en torno al fenómeno migratorio, un equipo de origen mexicano y otro estadounidense decidieron reunirse para desmontar la idea de que hay una “línea” que los separa y con la instalación de una highline -una especie de “cuerda floja”- que cruza la frontera a 150 metros de altura, lograron unir a las dos naciones.

The Imaginary Line” (La línea invisible, 2019) es un corto documental dirigido por Kylor Melton estrenado en YouTube este 25 de agosto, que narra la travesía de 11 personas -entre ellas, dos sonorenses- por el Río Bravo, entre Chihuahua y Texas, para colocar una cuerda de nylon en dos extremos del Cañón de Santa Elena. Esa línea usaron para cruzar de un lado a otro entre países, haciendo maniobras de equilibrio.

Osmar Reyes, videógrafo y highliner hermosillense, explicó a Cobertura 360 que este fue un ejercicio cargado de compañerismo y confianza, pero también una declaración política para demostrar que la frontera es ideológica.

“La frontera es imaginaria”, aseguró, “a final de cuentas, somos una especie humana y estamos juntos aquí, ya no podemos vernos como ‘ellos’ y ‘nosotros’… este fue el ejercicio que hicimos, éramos un equipo juntos -aunque nos vieras gringos y mexicanos-, cruzando una frontera que realmente no había”.

El equipo estuvo conformado por seis mexicanos -dos sonorenses, dos chihuahuenses, un regiomontano y un capitalino- y cinco estadounidenses. En ambos equipos, hubo la participación de una mujer.

Osmar lleva seis años practicando este deporte y, como videógrafo, se ha encargado de documentar su propio proceso de aprendizaje y el de muchos amigos, por lo que la invitación a formar parte del equipo de producción de “The Imaginary Line” le vino como anillo al dedo.

Junto a él estuvo Luis Flores, un nogalense que actualmente reside en la Ciudad de México y quien participó en el equipo de instalación y recorrido de la highline.

Todo lo hicieron sin permiso, afirmó Osmar, y el miedo del grupo no radicó en colocar una cuerda a 150 metros de altura del nivel del río, pues tienen la experiencia necesaria para hacerlo, sino en la posibilidad real de que “la migra” les detuviera.

“Nos vimos en Chihuahua, ahí nos encontramos todos los mexicanos, rentamos una camioneta y unas balsas inflables, y nos fuimos a la frontera”, narró Osmar, “por en medio de la nada andábamos (…) quién sabe cómo dimos y nos encontramos con el equipo gringo, en un punto del GPS; ellos de un lado del río y nosotros del otro”.

La idea nació cuando Corbin Kunst -integrante del equipo estadounidense- vio una fotografía donde aparecía el Cañón de Santa Elena, con los dos países divididos por el Río Bravo, y su reacción inmediata fue imaginar una highline que los conectara.

A partir de ahí, los equipos empezaron a organizarse y fue en enero de 2019 cuando se reunieron en la frontera para iniciar una estancia de cinco días de trabajo juntos.

“Fueron seis o siete horas de remar en el río, un día para poner la cuerda, otro día para subir y otro para quitarla y volver a navegar río abajo, donde nos recogieron”, explicó Reyes.

“El último día nos voló una avioneta de la migra y creímos que nos iban a estar esperando en algún punto, pero no pasó”, agregó, “cuando recién llegamos, en el Río Bravo llegó un policía de Migración y se puso a platicar con ellos (equipo estadounidense) (…) nosotros seguimos inflando las balsas.

Navegar por el río es legal porque es territorio compartido y en ese cañón es usual que los gringos hagan paseos remando, es un parque nacional (…) al final, el policía nos dijo que nos vaya bien y hasta nos deseó suerte”, explicó.

El corto documental, con una duración de 10 minutos, está lleno de tomas emocionantes que llegan a provocar vértigo o, incluso, a sentir escalofríos al ver las banderas de ambos países dibujadas en las paredes del cañón, plasmadas por medio de una edición digital.

“Nos volvimos hermanos”, contó Reyes, “nos reuníamos por las noches en la fogata a cenar y platicar… fue mucho de compartir eso y no nada más fue caminar la cuerda, fue estar cinco días juntos, hablando en inglés y en español, hablando de la política de ellos y la de nosotros”.

Hasta el momento, la producción se ha proyectado en algunos festivales de cine en Estados Unidos, así como en espacios dedicados a este deporte, donde la recepción de las audiencias ha estado dividida.

“Del lado gringo sí ha habido controversia”, afirmó, “cuando sacamos los cortos, se publicaron en revistas de deporte y en los comentarios sí había personas a favor de Trump y en contra de la migración, entonces sí había personas que decían que estamos locos, que estuvo mal y que no debíamos politizar esto”.

Entre los practicantes de highline existe una tradición, explicó Osmar: El primero que cruce una cuerda recién instalada, sin caerse, tiene el derecho a ponerle un nombre.

“En este caso, fue Jimbo -de Chihuahua- quien cruzó primero”, concluyó, “y le puso ‘International love’ a la cuerda”.

Por Astrid Arellano

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