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La Opinión

Médicos cubanos, la manzana de la discordia en el Covid-19

Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, acusó a la OPS de “facilitar el trabajo forzado” de cubanos bajo el programa “Mais Médicos” de Brasil

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Senadores republicanos piden castigar por trata de personas a los países que contraten misiones médicos cubanos.

La propagación del coronavirus (Covid-19) por todo el mundo abrió una nueva oportunidad a Cuba para capitalizarse a través de los servicios médicos de sus doctores, que dicho sea de paso, gozan de un alto prestigio. Aunque Estados Unidos fiel a su política anticastrista ya puso manos a la obra para tapar esa válvula de presión y trazar una ruta en contra de los médicos cubanos.

La venta de servicios médicos es la principal fuente de divisas de Cuba, que en 2018 ganó 6 mil 300 millones de dólares por sus misiones en todo el mundo, según cifras oficiales. 

Ante la pandemia, Cuba envió brigadas médicas a Venezuela, Nicaragua, Italia, Granada, Surinam, Jamaica, Belice, San Vicente y las Granadinas, Dominica, Antigua y Barbuda y Santa Lucía, México y Angola.

Pero la isla socialista cuenta con su programa de servicios médicos desde inicios de la década de 1960, tiene actualmente más de 30 mil profesionales de la salud en 61 países, parte de ellos como cooperación gratuita y en otros cobrando por sus servicios.

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El gobierno estadounidense, que encabeza Donald Trump, dice que Cuba ofrece misiones médicas internacionales a afectados por Covid-19 sólo para recuperar el dinero perdido en los países que ha abandonado el “abusivo” programa.

Desde marzo de 2020, Washington comenzó a presionar a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para que rinda cuentas por el envío de médicos de Cuba a Brasil,  y sentenció que el dinero de los contribuyentes estadounidenses es para organismos afines a sus “valores”.

La ofensiva diplomática la encabeza el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, quien acusó a la OPS, oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de “facilitar el trabajo forzado” de doctores cubanos bajo el programa “Mais Médicos” de Brasil. 

La Casa Blanca exige que la OPS explique cómo llegó a enviar mil 300 millones de dólares al “asesino régimen de Castro” y por qué no buscó la aprobación del Consejo Ejecutivo, para participar en este programa.

El gobierno de Trump fiel a su costumbre ya le puso la rodilla en el cuello a la OPS, cuya fundación en 1902 fue impulsada por Estados Unidos, al señalar que “necesita emprender reformas para evitar que esas cosas vuelvan a suceder” o de lo contrario congelará todas sus aportaciones.

Una medida similar como la que tomaron con la OMS, por favorecer en la pandemia los intereses de China y supuestamente no enfrentar al Covid-19 de manera oportuna, claro desde el punto de vista del gobierno del magnate republicano.  

La Habana rechazó los “propósitos agresivos” de Mike Pompeo, secretario de Estado, a quien consideró un “exponente de la actual política exterior corrupta e inmoral de Estados Unidos”. Aunque si de moralidad se trata ninguno de los dos gobiernos tiene buenas calificaciones. 

El programa “Mais Médicos” de Brasil fue lanzado en 2013 por la entonces presidenta y luego destituida Dilma Rousseff para atender regiones pobres y zonas rurales, a través de un convenio con la OPS que colocó, al menos, 8 mil médicos en el país sudamericano. 

Pero en noviembre de 2018, La Habana retiró a sus médicos antes de que asumiera el actual presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, conocido como el Trump brasileño, quien había comparado con la “esclavitud” que los médicos isleños entregaran  una parte de su salario al gobierno cubano.

Aunque con la propagación del Covid-19, Bolsonaro se tuvo que tragar sus palabras y entregó licencias para ejercer la medicina a más de 150 doctores cubanos que optaron por quedarse en Brasil después de que La Habana pusiera fin a su participación en “Mais Médicos”.

También un grupo de senadores republicanos, –Rick Scott, Marco Rubio y Ted Cruz, estos dos últimos con padres cubanos– presentaron un proyecto de ley para castigar a los países que contraten misiones médicas de Cuba, al considerarlos cómplices de la trata de personas.

El proyecto de ley, llamado “Detener las Ganancias del Régimen Cubano”, insta al Departamento de Estado a identificar a las naciones receptoras de misiones médicas como un factor a tener en cuenta al redactar el informe sobre trata de personas en el mundo, la medida busca frenar los ingresos que Cuba recibe de sus misiones médicas.

En el caso de nuestro país, el contingente de 585 médicos y enfermeras cubanos podría extender su estadía en la Ciudad de México más allá de julio, cuando finaliza un convenio de seis millones de dólares para combatir la pandemia, sobretodo, si los casos de coronavirus siguieran creciendo.

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La medida parece lógica, si tomamos en cuenta que el actual gobierno está reconfigurando su relación con el gobierno del heredero de los hermanos Castro, Miguel Díaz-Canel, que con gestiones anteriores estuvo al borde de la ruptura diplomática. 

El ex presidente Vicente Fox, quien como  anfitrión de una cumbre presidencial sobre desarrollo y pobreza en Monterrey, en marzo de 2002, convocada por la ONU, le expresó y pidió al hoy fallecido mandatario Fidel Castro el “comes y te vas”.

También es cierto que en 2019, tras una reconfiguración del mapa político en la región, Cuba perdió contratos con Brasil, Bolivia, Ecuador y El Salvador. Lo que resultó sumamente crítico pues entonces el apoyo petrolero de Venezuela se estaba esfumando rápidamente. 

Según el Departamento de Estado en Washington, el gobierno de Cuba retiene la mayor parte del salario de médicos y enfermeras en las misiones médicas internacionales, exponiéndolos a condiciones laborales atroces.

En este sentido La Habana asegura que, en sus programas médicos, el profesional recibe un estipendio para cubrir sus costos de vida en el país de la misión mientras sigue cobrando su salario en Cuba (unos 50 dólares en promedio). 

El resto del dinero recaudado, explica el gobierno cubano, se utiliza para garantizar el acceso gratuito de su población a la salud y educación. Nadie lo duda, pero lo que sí es cierto y no se puede ocultar es que los niveles de pobreza no disminuyen en isla caribeña, no sucedió durante la larga era de los Castro, ni sude ahora con Díaz-Canel, pues en esencia sigue siendo lo mismo.

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