El millonario que vendió todas sus acciones de The North Face para salvar la Patagonia

El millonario y fundador de The North Face, Douglas Tompkins murió en un accidente de kayak en Chile, lugar donde decidió pasar los últimos años de su vida, alejado de los negocios y dedicado a la filantropía junto a su esposa Kristine.

Nació en Ohio y fue criado en Nueva York. Sin embargo, no era un hombre de ciudad. Siempre le gustó pasar el tiempo al aire libre y desde su adolescencia escalaba montañas y participaba en torneos de ski, informó El Mundo.

La historia del magnate Douglas Tompkins, fundador de las marcas de ropa y accesorios The North Face y Esprit, comenzó en el ámbito empresarial cuando a los 23 años decidió montar su propia empresa.

Doug cofundó The North Face en 1966 con la intención de hacer el mundo exterior accesible a todas las personas, sin importar sus capacidades ni orígenes, ya que él era un gran aficionado a las actividades al aire libre, de disfrutar la naturaleza.

La compañía se especializó en vender sacos de dormir, mochilas, tiendas de campaña y equipos de camping.

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En el primer catálogo de venta por correspondencia de The North Face, Doug escribió una carta a sus clientes, expresando su deseo de ofrecer a los exploradores un equipamiento que reflejase el proverbio de ‘la necesidad por encima del lujo'”.

En 1968 decidió fundar con su primera esposa Sussie otra marca de ropa: Esprit, donde el tomó el rol de líder financiero. “El imperio empezó con un romance en las carreteras de California en el verano de 1963. Sussie Rusel una joven diseñadora decidió recoger en el camino a un joven que hacía autoestop. Cinco años mas tarde, Sussie y Doug comenzaron a vender sus diseños en la parte de atrás de su carro.

Las ventas fueron tan exitosas que en 1971 ya tenían siete líneas de producto y consolidaron la marca bajo el nombre de Esprit”, reza la historia de la firma.

Sin embargo, a finales de los noventa, decidió darle la espalda a sus negocios y vendió las acciones que le correspondían en ambas empresas, porque creía que “la industria de la moda estaba creando cosas que la gente no necesitaba”.

Tras viajar a La Patagonia, al sur del continente americano,  decidió instalarse ahí y pasar los últimos años de su vida dedicados al rescate del medio ambiente.

Abandoné una economía basada en un consumismo irrelevante que produce trastornos en el medioambiente”, dijo en una de las últimas entrevistas que concedió.

Allí, dio origen a la fundación Deep Ecology -con el afán de generar conciencia con respecto a la conservación de los recursos naturales- y en 1992 instauró Conservation Land Trust, otra ONG, con el fin de proteger “las tierras salvajes” patagónicas.

Compró miles de hectáreas en el sur de Chile. En 1991, adquirió su primer terreno y a los 72 años llegó a acumular más de 2.000 de hectáreas en Sudamérica para mantenerlas a salvo.

En los campos que compraba hacía trabajos de reconstrucción, protección y conservación y, posteriormente, donar esas tierras. Del mismo modo, también se dedicaba generar conciencia sobre el daño que las empresas hacían al medio ambiente.

“Debemos ser todos ecologistas, todos vivimos en un planeta que está en peligro. A los empresarios también les afectará el cambio climático. No es inteligente ganar un euro cuando estamos cayendo al abismo”, declaró poco antes de morir.

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Tompkins murió en 2015 a los 72 años de edad al volcar su kayac en un lago en Chile. No obstante, cuatro años después, su viuda Kristine concretó el más grande de sus sueños: entregar al estado chileno a 470.000 hectáreas de parques.

 “¡A cuidarlos, visitarlos, tengan amor con ellos!”, comentó la filántropa entonces, quien hoy no tiene ningún nexo con The North Face. A pesar de ello, la marca continúa recordando con cariño a su fundador, a quien consideran una inspiración para las próximas generaciones.