El impeachment a Trump avanza, ¿hasta dónde llegará?

Hace unos meses, se dio a conocer que, en una llamada telefónica, Donald Trump le pidió a Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, que investigara los negocios de Joe Biden (principal aspirante presidencial demócrata) y de su hijo en suelo ucraniano con la intención de golpear electoralmente al Partido Demócrata en la elección de 2020, en la que el actual presidente de Estados Unidos busca la reelección.

A partir de ese momento, el Congreso estadounidense inició una investigación para determinar si Trump había hecho uso indebido del poder presidencial y si las faltas eran lo suficientemente graves como para iniciar un proceso de impeachment (destitución de un servidor público por traición, soborno, delitos graves y otras faltas) en su contra. 

El viernes 13 de diciembre, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes discutió sobre los dos cargos que se le imputan a Donald Trump: abuso de poder y obstrucción al Congreso. Tras un largo y tedioso debate, en el que los republicanos trataron de obstruir la votación, los demócratas lograron destrabar el proceso y concluyeron que Trump cometió ambas faltas. 

Esta semana, la resolución pasará del Comité Judicial al pleno de la Cámara de representantes. Si los legisladores la aprueban, Trump se someterá a un juicio político en el Senado. 

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Todo apunta a que la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes votará a favor, por lo que se turnará el caso al Senado, que funge como juzgado en estos procesos. La Cámara Alta cuenta con mayoría republicana y Mitch McConnell, líder de los senadores de ese partido, ya advirtió que hay “cero posibilidades” de que voten a favor de la destitución de Trump. 

Por su parte, Trump declaró que los demócratas están “trivializando” el impeachment y atentando contra la voluntad popular. Asimismo, manifestó que es víctima de una “cacería de brujas” y que todo este proceso es una farsa. 

A diferencia del ex presidente Richard Nixon, quien dimitió cuando la Cámara de Representantes aprobó la moción de impeachment para evitar que la situación escalara hasta el Senado, no parece probable que ocurra lo mismo con Trump. El actual mandatario luce fuerte de cara a las elecciones de noviembre de 2020 y cuenta con un sólido respaldo de su partido. 

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Entonces, si el Senado de mayoría republicana no destituirá a Trump y él tampoco renunciará, ¿por qué los demócratas han seguido adelante con el proceso de impeachment en la Cámara Baja? 

La respuesta está totalmente vinculada a las elecciones de 2020. El Partido Demócrata sabe que Trump no dejará la Casa Blanca en este momento, pero está apostando todas sus fichas a que lo haga después de los comicios del próximo año. 

Amén de que hay elementos legales de sobra para abrir un juicio político en contra del presidente, los demócratas esperan que Trump salga tan golpeado como sea posible de este proceso, para aprovechar su condición de debilidad en las próximas elecciones. 

Es una apuesta arriesgada que puede resultar contraproducente. Una vez inmerso en este proceso, Trump también buscará salir fortalecido de él. Su estrategia consiste en proyectarse como una víctima: argumenta que no merece ser juzgado, que no hizo nada indebido y que, en realidad, se trata de un mal uso de las instituciones democráticas —vaya ironía— por parte de sus opositores, que sólo buscan una excusa para arrebatarle el poder, pues saben que no pueden conseguirlo en las urnas. 

Así, ambos bandos —demócratas y republicanos— se jugarán el todo por el todo durante los siguientes meses. Veamos quién consigue que su estrategia tenga más efectos sobre el electorado, especialmente, sobre los votantes indecisos, toda vez que las bases de Trump ya lo consideran una víctima de los perversos demócratas, mientras que los seguidores del Partido Demócrata ya opinan que los actos del presidente fueron ilegales. 

Un sondeo de CNN muestra que los ciudadanos están totalmente divididos en torno a esta cuestión: la mitad de los encuestados considera que Trump debería ser destituido y la otra mitad que no. 

La moneda está en el aire.

Por: Jacques Coste Cacho