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El Extranjero

El nuevo progresismo de América Latina

Una nueva alianza progresista nace en América Latina, dice Eraín Guadrrama, dicector de Organismos y Mecanismos Regionales de Americanos de la SRE

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El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, quien llegó desde el sábado la Ciudad de México, visitó este domingo la Basílica de Guadalupe, donde rezó por su país y porque “dé igualdad en los pueblos de América Latina”. Así se marca un nuevo eje progresista en la región.

Fernández, quien se impuso en las elecciones con el 47.86 por ciento de los votos al saliente presidente Mauricio Macri, cuenta con una amplia trayectoria militante de orientación peronista que hoy cambia el rumbo de la política argentina.

Sólo una semana después de ganar las elecciones de Argentina, Fernández viajó a México para una reunión este lunes de carácter privado con el presidente Andrés Manuel López Obrador (un declarado cristiano), certificando así el interés por formar un eje progresista inédito que uniría a los dos extremos de América Latina.

“Ambos quieren mandar un mensaje de afinidad ideológica ya que ganaron sus elecciones abanderando la causa de la muerte del neoliberalismo y les interesa construir una alianza regional”, le dijo a la agencia española EFE el coordinador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente.

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“Una nueva alianza progresista nace” escribió, por su parte, en Twitter Efraín Guadarrama, director general de Organismos y Mecanismos Regionales Americanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México.

Fernández dará el martes una conferencia magistral titulada “Desafíos de América Latina” en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. A lo largo de su vida, el ex candidato transitó por reconocidas organizaciones políticas como lo fueron el Partido Nacionalista Constitucional, cuando era joven universitario; el Partido Justicialista al cual se unió en 1982; el Partido del Trabajo y la Equidad en 2012 y el Frente Renovador en el año 2013.

Sin poner de lado su carrera académica, también se desempeñó como profesor universitario, como juez en el Juzgado de San Isidro (Buenos Aires), superintendente de Seguros de la Nación, legislador de la ciudad de Buenos Aires y coordinador del Grupo Calafate, un importante “think tank” de 1998.

Tanto López Obrador, que preside México desde el 1 de diciembre, como Fernández, que asumirá el poder en Argentina el 10 de diciembre, presentan “una coincidencia en el estilo de liderazgo populista”.

Con el cambio político, Argentina se convertirá en la potencia política y económica regional de mayor cercanía ideológica con el gobierno de López Obrador, pues ambos se definen como izquierdistas aunque marcan distancias con el socialismo del siglo XXI abanderado por Venezuela.

Ninguno de los dos países aplica políticas cerradas al libre mercado, y Argentina necesita hacer frente al préstamo de 56 mil 300 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) que recibió para enfrentar sus dificultades económicas.

En este contexto de dificultades, no es de extrañar que Fernández visite a la segunda economía de América Latina, por detrás de Brasil, cuyo presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, desprecia el peronismo argentino.

En los últimos meses, AMLO ha recibido en Palacio Nacional a los mandatarios de El Salvador, Nayib Bukele; de Honduras, Juan Orlando Hernández; de Guatemala, Jimmy Morales; de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Costa Rica, Carlos Alvarado; y de Panamá, Laurentino Cortizo.

Asimismo, felicitó por teléfono a Fernández por su victoria en Argentina y a Evo Morales por ganar las elecciones de Bolivia, a pesar de la polémica en torno al recuento de votos en el país sudamericano.

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Cambio de rumbo

Lo cierto es que Argentina se enfrentó a Estados Unidos y otros países occidentales cuando Cristina Fernández, hoy vicepresidente electa, fue mandataria.

Sus diatribas contra Washington fueron una fuente constante de descontento en la Casa Blanca. También era cercana a Hugo Chávez, el fallecido presidente venezolano, y admiraba al líder revolucionario Fidel Castro.

“Cristina estaba en el cargo cuando muchos líderes en la región se inclinaban a la izquierda”, dijo a la agencia AP Monica de Bolle, académica en el Instituto Peterson de Economía Internacional, e “hizo lo que muchos otros hicieron: tomó una postura firme hacia Estados Unidos y elogió la integración regional, pero nunca llegó muy lejos”.

Enfureció a España al privar a la compañía española Repsol de su participación mayoritaria en la compañía energética YPF, y fue acusada de ayudar a Irán a ocultar su presunta participación en la mortífera explosión en un centro judío de Buenos Aires en 1994, una acusación que ella refuta.

La política exterior de Cristina, sobre todo en su segunda presidencia, fue caracterizada por un profundo aislamiento de la Argentina, fundamentalmente con los países del Occidente.

Ahora parece que Fernández dio una vuelta de timón, pues su primera visita al exterior como electo es a México para reunirse con AMLO, sin olvidar que mantiene su cercanía con ex presidentes izquierdistas como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el uruguayo José Mujica.

“Evidentemente es como una tercera vía”, aseveró Sergio Berensztein, analista político en Buenos Aires. “No es un lineamiento ni con Estados Unidos, ni tampoco Venezuela o Cuba. Por eso pone como ‘caveat’ (aviso): reconoce y agradece los saludos y, en seguida plantea un ‘pero’, y eso lo coloca en un espacio también de centro”.

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