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La Opinión

Las lecciones de Movimiento Ciudadano para el PRI y el PAN

Si el PAN y el PRI quieren representar una oposición tienen mucho que aprender de Movimiento Ciudadano, quien supo interpretar el momento electoral.

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Un fenómeno que ha pasado relativamente desapercibido para los medios y los analistas nacionales es el ascenso de Movimiento Ciudadano (MC), un partido que sigue sin ser un jugador político de primer nivel, pero ha sabido aprovechar las coyunturas recientes a su favor. Aún no es un pez gordo, pero ha logrado navegar en un océano de aguas turbias y olas embravecidas, y ha salido fortalecido.

En primer lugar, MC fue el partido más beneficiado por la coalición Por México al Frente, la alianza con el PAN y el PRD, para competir en la elección presidencial de 2018. 

Para su máximo impulsor, Ricardo Anaya, esta alianza fue un fracaso, pues no tuvo el efecto que esperaba para su candidatura: captar a los votos de la izquierda no lopezobradorista —como si tal cosa existiera en el México actual— y aglutinarlos con los de la derecha panista, con el objetivo de potenciar su candidatura y hacerle frente a Morena.

En cambio, para Movimiento Ciudadano, la coalición fue un éxito. A pesar de que MC era el partido más pequeño de los tres, su líder, Dante Delgado, empujó su agenda y sacó réditos de la coalición en las regiones y en los asuntos donde le convenía, pero también supo distanciarse de ella en donde tenía más fuerza por sí solo.

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Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano en el Senado de la Re´´pública, y Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD.

Fue el caso de Jalisco, donde MC decidió competir en solitario y triunfó, con lo que se hizo de la gubernatura de uno de los estados más prominentes del país. Esta entidad federativa se ha transformado en uno de los bastiones político-electorales más importantes para el partido y su gobernador, Enrique Alfaro, es ahora uno de los mandatarios locales con más presencia en la escena pública nacional.

Alfaro ha confrontado y cuestionado en diversas ocasiones las decisiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, entre ellas, la de enviar a los famosos “superdelegados” para coordinar los programas sociales federales que operan en los estados. Pero el gobernador de Jalisco también mostró una actitud conciliadora y de apertura al diálogo, cuando AMLO visitó su estado en febrero de este año.

El senador de MC por Nuevo León, Samuel García, ha operado con la misma lógica en la Cámara Alta. Es común escucharlo criticando a la bancada de Morena y las políticas del gobierno federal, pero procura mostrar su voluntad para negociar con los demás grupos parlamentarios con la finalidad de “generar acuerdos para el bien de México”.

Al igual que Dante Delgado lo hizo en su relación con el PAN y el PRD, Enrique Alfaro y Samuel García han reconocido cuándo es benéfico para su causa —y la de su partido— confrontar a Morena y cuándo es prudente guardar silencio o dialogar.

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Además de la habilidad de Delgado, Alfaro, García y compañía, MC ha cimentado sus éxitos recientes en un buen aparato de comunicación política. Su canción “Movimiento naranja, Movimiento Ciudadano” de la campaña electoral de 2018 llegó a un nivel de popularidad tal que se reproducía en bares, centros nocturnos y cadenas de radiodifusión. Puede parecer trivial, pero la importancia de este hecho radica en el nivel de exposición que se le dio al nombre y a la imagen del partido por medio de la pegajosa tonada.

Tras el triunfo de Morena, la campaña “ni chairo, ni fifí” de Movimiento Ciudadano se ha centrado en señalar la polarización social ocasionada por la victoria de AMLO y en presentar a MC como un partido incluyente con cabida para todos, y como una agrupación política progresista de izquierda moderada.

Hace unos días, Juan Zepeda renunció al PRD y se unió a Movimiento Ciudadano. El senador por el Estado de México se convirtió en una figura política popular durante su campaña para gobernador de esa entidad y era, en buena medida, el representante de las nuevas generaciones perredistas. Su adhesión a MC no es un acontecimiento menor, pues es una muestra clara de cómo este partido está ocupando los (pocos) vacíos de poder que el declive perredista ha creado.

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Estos éxitos no deben confundirnos. MC ni de cerca tiene la capacidad para aglutinar a los diferentes grupos de oposición y le queda un largo camino por recorrer para poder sentarse en la misma mesa que los pesos pesados de la política mexicana. Pero eso no hace que deje de ser importante destacar lo mucho que ha crecido —no en términos electorales, pero sí en términos de capacidades y de poder— este partido.

Si el PAN y el PRI quieren resucitar y representar una oposición real y efectiva, tienen mucho que aprender de Movimiento Ciudadano, el único partido que ha sabido interpretar los momentos y las oportunidades de la difícil coyuntura actual y la única formación política que se ha fortalecido desde la oposición amén de la mayoría legislativa y el poder presidencial de Morena.

Por Jacques Coste Cacho

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